Busca en este blog

17 diciembre 2021

34-El carámbano interior. Lejos del amor propio. ¡FELIZ NAVIDAD!

 

San  Agustín, la Fiesta.
Foto del cole con mi papá.
-------

Pretender el amor hacia uno mismo;
el perdón hacia ti y a los otros y llegar a estar en paz,
resulta poco menos que imposible,
cuando ahora sabes que no te quisieron de pequeño...
de mediano...ni de grande.
Descubres a estas alturas, que el amor
es una flor exclusiva para seres amados.
Flor escasa, en mi caso: no tengo referencia 
de su olor, su color, ni de su forma.
No puedo imaginar cómo se sienten;
sólo que he observado que se conducen
como sabiendo, siempre , el terreno que pisan.
No tiene que agradar, ni andar de puntillas, ni regalar nada
para ser valorados y reconocidos siempre o casi siempre.
Y digo yo que será por algo que yo no he vivido.
Porque es en la casa donde se vive y se siente
todo lo que perdura.
Como un formateo de la memoria flash
y un Sistema Operativo elemental y algunos programas.
Luego, después somos una continuación.
Nada nuevo, ningún invento aparece después y
si apareciera, no sería reconocido por nosotros.
Somos unos extraños para nosotros mismos
y tenemos claro que sólo podemos sobrevivir,
y eso, con mucha suerte.
Siempre de equivocación en error,
como de charco en charco...
sin botas altas de goma.
Siempre, recuerdo de la infancia,
los pies fríos y doloridos, las orejas calientes
y las chapetas en los carrillos en invierno
y la punta de la nariz helada con un hilo transparente
con vocación de carámbano de tejado.
Realmente me sentía, enteramente, como una estalagmita
a punto de tronzarme al intentar agacharme o moverme.
De esa rigidez interiorizada vengo.
Imposible el arte de la danza, del ballet ni hablemos
con esa gracia de pato de madera en la que me mantengo.
Luego llegaba el buen tiempo y después,
el verano y el carámbano invernal se me quedaba dentro.
era como mi esqueleto de cristal.
Ni un abrazo hubo que lo derritiera. (Lo recordaría, seguro).
Ahora pienso que no les quedaba tiempo.
Entonces no pensaba, pero me sentía, no sé,
no podría decirlo. No tengo palabras.
¿ Que no me querían?
Creía que eso debería ser así, al menos conmigo.
Ahora tantos años después, empiezo a notar que
el desamor se cronificó.
Me clavó en mi cruz y así viví;
Y así he vivido: crucificado.
Es por eso que siempre comprendí a Jesús,
el Crucificado, sí.
Y por Él, sin duda, aprendí a perdonar a los otros.
Pero me queda, en "tareas pendientes", 
lo de perdonarme 
a mi mismo.
Diría algo más pero tengo los ojos llenos de lágrimas.

© GatoFénix


¡FELIZ NAVIDAD!






  

Parece que interesa.

355 - El que tenga ojos para ver... "Auroras Boreales Realmente".

  S. Mateo 13:9-16 RVR1960 El que tiene oídos para oír, oiga. Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas ...