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29 enero 2022

112 - La modorra contra Sísifo.

 

Fotos en B/N del Sísifo interior. Publicado el 23-05-2011

 


Vino el poema a la hora de la siesta
y me pilló sin ganas ni papel.
Caía cada verso en mi frente,
como caen los pétalos de una rosa pasada,
pero, en ese momento, enmarañado
en la modorra calurienta,
no tenía ni hoja, ni pluma, ni pulso
para hacerlos surgir de la superficie blanca
inmersos en la cubeta reveladora
de los recuerdos dormidos tanto tiempo.
Ahora enhiesto a la luz de la vida
en la hora del té, pie a tierra,
viene el color de la areola de un pecho
y Sísifo subiendo la colina;
cada cual con la suya y
su propia piedra.

Discuto en mi interior sobre qué palabra usar,
sin llegar al desvelo y eso me trae
el vellocino de oro,
el hilo de Ariadna y palabras
del resto del texto 
construido antes del sueño.
.
La areola deja de ser nebulosa
y se hace palabra adjetivada
con lo que alcanza la inmortalidad.
Decimos en nuestro engaño:
“Cualquier tiempo pasado fue mejor”
e ignoramos que cualquier tiempo pasado
fue. Y punto.
Sólo eso: fue; y es irrepetible.
Ya, no es.
Ahora es un concepto cargado de adjetivos
sin olor ni textura real, pero a la vez,
tan intenso que no puede superarlo
el engaño de lo que ahora ves.
Cosas misteriosas de la memoria
que andan estudiando gente sesuda,
mucho tiempo, para luego hacer ordenadores
y cosas así que nos absorben
el tiempo.
Como Sísifo,
el que no separa el grano de la paja,
vuelve a subir el mayodelsesentayocho,
a la espalda una vez más,
en la colina eterna del tiempo, para dejar,
la esfera en el fulcro, para ver como rueda,
ladera abajo, la primavera de Praga,
la revolución de los claveles,
el mayo francés, eco de la revolución,
con su guillotina,
Robespierre y su madre,
Rousseau y Piaget,
la guerra de Vietnam, y el mil novecientos diecisiete,
el once ese y el eme y este quince reciente y viejo
como la conclusión de un ciclo vacío
lleno de aire y de mentira,
tan real como el hambre misma
y la penuria de cuerpo y mente,
ya que de alma ni hablemos
no seamos descalificados.
Cualquier tiempo pasado…
emerge en el líquido de la cubeta,
como una foto en blanco y negro,
en el cuarto oscuro de la racionalidad irracional,
al margen del Ser, a la luz de una lámpara roja,
como no podía ser de otra forma,
mientras observamos en la penumbra, cómo aparecen
las cosas, hasta su punto de gris e inmediatamente,
con la pinza, cogemos aquella imagen…
y la fijamos.
Después de lavarla, la pegamos en un espejo
de cara a sí misma,
de espaldas a la realidad
hasta que se abarquilla y se desprende
cayendo como un cromo
(¿no habéis oído eso de cambiar cromos?)
de nuestros juegos infantiles
a la hora del recreo.
La areola, fresas con nata,
de un pecho femenino, turgente, níveo,
seda y pétalo de rosa, con tacto de agua tibia,



cristal de gelatina,
emerge de la realidad experiencial
para ser concepto y palabra
que alcanza la intemporalidad.
Ser consciente de que el rojo
preside el proceso, en la cámara oscura de la vida,
es importante;
Salir a tiempo de la cubeta, también lo es;
como saber que para fijar las cosas en su punto,
requiere sumergirse en agua con ácido acético, un tiempo
y después, bautizarse en agua clara
para abandonar el pelo de la dehesa,
y ser otro, no el mismo
aunque sí el de siempre.
Agua y vinagre como la esponja del centurión
a Jesucristo en el Gólgota, antes del

“Consumatum est”


© GatoFénix

111 - Lugar donde nací: Cuenca.


Justo dentro de ese edificio nací. Mi moto aparcada fuera.

  Este vídeo casero lo realicé con mi pequeña cámara Lumix.



 
 Este entorno tan bonito y significativo es donde nací.
Para mi, es un lugar recurrente, donde no me canso de ir, una y otra vez.
Aquí se me cargan las "pilas".
Le llamaría un lugar sin tiempo.
Es como si todo el tiempo estuviera concentrado en esta encrucijada.
Un lugar con agua, en movimiento, de color turquesa
El ojo de un puente lleno de viento como todos
y un punto de fuga hacia Torremangana, allá en lo alto,
y a medio camino entre el puente y el primer meandro del río Júcar;
ahí está la confluencia del río Huécar en él. 
El río Júcar.

© GatoFénix





110 - Amanecíamos juntos, conscientemente.

 




Amanecíamos juntos y, al darme cuenta,
clavé los hierros y contuve el aliento.
Me bajé de la "burra"(el escúter)
y fui consciente del momento.
"Tiré de cámara" TZ10
y aquí os lo muestro.

No tenía palabras,
El Sol detrás de un velo
tan tupido, y liviano a la vez
que dejaba ver el contorno de su cara.

Era un buen presagio:
la luz vencía a las tinieblas.
Desde la hierba casi negra,
hasta la hierba verde primavera
todo en un golpe de vista
desde mi yo hasta el Tuyo,
que no sería éste sin Aquel.
Hoy no estaba la rosada aurora,
era más bien al fondo,
detrás de las plantas verdes,
un cálido ocre de vino tinto
derramado en mesa de mesón
de madera oscura
y, sobre él,
una cortinas de queso
con arándanos, con un doblón
de chocolate blanco manchado,
por donde se recortan una pareja de aves
madrugadoras,
yendo para Guadalajara.
El Sol se va separando lento
de su escondrijo y se eleva
en el cielo que luego será azul
cuando a él
no podamos dirigirle la mirada.
Vuelta a la grupa y a enfilar la carretera.
Hoy hemos empezado juntos a amanecer
el Sol y yo,
conscientemente.
No sé, vosotros.
Si, no. Todo tiene remedio,
mañana; Cada mañana.
Y os envolverá una cosa,
todo el día, que no podréis contar.
Os hará sonreír, a solas
como si fuerais locos.
Antes lo sabía mucha gente,
ahora, menos;
pero es, sin más,
una de las cosas gratis
que te da la vida.

© GatoFénix



109 - Siempre amanece

 



Me hice río de sangre no hace mucho
Y por él navegaba, plácidamente, la Parca,
tal como lo soñaba hace meses.
Un río manso lleno de meandros,
meandros cada poco, cada nada, meandros;
primero sangre, luego lodo y
rozando la otra orilla
por muy poco
polvo.
Llegué a ser tan poco que
hasta veía cómo se alejaba,
a cada instante,…
el propio sufrimiento.
Tal vez las manos, los pies y las rodillas
no fueran mías y ya fueran de otro.
Llegué a ser sólo sudor
sudor a chorros,
y a no tenerme en pie;
y ser llevado, mitad en silla,
mitad lejos,
con la ausencia en la cara de pergamino,
hasta la camilla.

Una vez vuelto de este viaje
Os traigo este mensaje:
Siempre amanece.

Ya sé, porque lo he sentido,
aquello que cantó el poeta;
Y porque lo he vivido, siendo tan poco
y tanto, como
ser polvo, pero
polvo enamorado.
Rozar lo que es
vivir un milagro de milagro.
Ser
como una hoja,
que el viento balancea
caprichoso, caprichosa.
Viniendo de ser nube
a barca de un insecto
o manto de la tierra
que cruje a nuestro paso.
Bajo la última luna llena de este otoño,
dos mil siete;
En el ocaso.

Después,
un nuevo nacimiento;
El portón de la Tierra menguando la luna
y el Sol con sus corceles dorados
que desliza las cortinas de la noche, en sus extremos,
y ensancha el escenario de este frío y luminoso día,
y …desde ahora, cada nuevo día.
Entre bambalinas…

© GatoFénix
(23 diciembre 2007)

28 enero 2022

108 - Los dias que pasan en tu ausencia

 



Los días que pasan en tu ausencia...son
las olas que lamen la playa
borrando los escritos.

Todo parece inmutable:
eterno, grabado en oro viejo...
hasta que sube la marea.
Luego fue un inequívoco espejismo;
Quizás: un algo
que muere o se desvanece
al compás que marcan las olas:
"el lento vals del olvido".

En la vida, todo es parecido.
El agua es un espejo que nos vuelve
la imagen verdadera de las cosas.
Somos algo,
mientras no suba la marea.
¿No?
Luego...
Quizás...
Nada.
O... no:
quien sabe los destinos.

A veces dura más el hormigueo
que produce la arena en el dedo,
que el mensaje escrito.
Otras veces, el recuerdo y los sentimientos
superan a la mar y a sus olas de abanico y faralaes
y aparecen
con solo acercar la yema del índice...
a los labios.

© GatoFénix

107 - Al borde de la sima


En ocasiones sientes que estuviste
al borde de la sima.

Ahí no se ve nada claro.

No se ve nada,
pero más allá...
un poco solos eso sí,

barruntas que tiene que haber algo.
Un algo que no ven los ojos,
un algo, como cuando bajas los párpados y,
antes del sueño,
viajas hacia unos colores brillantes,
refulgentes pero fríos.
Un viaje que "no necesita alforjas"
como se dice vulgarmente,
pero que es cierto, oye;
y toda la liviandad del ser
viaja y viaja.
A veces, suda la frente y todo
tratando de llegar antes
pero el aire no te roza ni te detiene
y luego ves gente,
amigos y familiares
o gentes desconocidas.
Hay por allí algunos animales,
pocos,
y algunas construcciones
que no sabría describir.

Puede que esté muy lejos
o al lado, pero vuelves
en un abrir los ojos

© GatoFénix




106 - Año viejo año nuevo Chino.

 - Año viejo /Año Nuevo

 


Publicado el 06-01-2011 18:28



El Wu wei

Contaros las cosas que cuento,
a veces, me parte en los versos,
como cuando los dedos de los niños
labran la arena,
y entre los surcos caigo.
Caigo esparcido
lanzado a voleo,
como las semillas
(¿sueños?)
semillas que son palabras;
imágenes de las cosas
que a veces son besos,
a veces son llantos,
y, a veces, susurros
de imperios antiguos, dormidos,
que se siembran con letras
tiradas a voleo,
como todas las vidas.
Vigas ellas, de una casa sin techo,
la casa del Padre,
que forman un pentagrama
donde se posan...
o pasan entre ellas, volando...
rozando...
los alientos vocales,
esencia del alma intangible
de la palabra
(¿melodía?)
de mis versos que te cuento
cuando el año viejo
sale y entorna la puerta
dejándola entreabierta,
para que la luz y la vida
se renueven eternamente
y nos sobrepasen
sin que podamos comprenderlo
nunca y por siempre.
El Wu wei del Tao.
(Creo yo)

© GatoFénix





105 -Los paragüas rotos ...y nos darán cobijo




¡Paragüeeeroooo, lañaooor! 
(voceaban por la calle hace tiempo)
Esos paraguas negros y rotos
caídos en el suelo son
los murciélagos muertos
en los días de agua y viento
tras batalla desigual; son
vestigios de la Armada Invencible:
toda una paradoja.
Ángeles caídos por la soberbia.
Daños colaterales, en esta lucha,
permanente,
contra los elementos...
que es la vida.
¡Ah!
porque menudos elementos nos aquejan.
Casi siempre "los otros",
a veces nuestra incomprensible forma
de ser;
nuestra alienación.
Podrían ser ,

estos murciélagos capotados,
una metáfora de nosotros y de nuestra
incomprensible mortalidad.
Bien podríamos encontrarnos
reflejados por ellos y su suerte,
como una premonición.

© GatoFénix

 

  "Y nos darán cobijo" 

 

Gracias,  amigo Sap, porque
nos darán cobijo a todos,
en algún momento, estos paraguas tristes.
Nos darán cobijo.
No sabemos cuándo, pero
en algún momento,
nos sobrevivirán.
Ellos caen tristes y desangelados,
nosotros nacemos desconcertados,
supongo,
de nuestras cenizas.

https://www.flickr.com/groups/sad_umbrellas/

Estas costillas desvencijadas
de un diáfano tórax, han de contener
más de un sueño "ikariano" sin expresar,
eso se nota.
Se nota... en sus cuadernas varadas.
Es el caso,
que los desaires
invierten el sentido de las cosas:
las subvierten.
Nos tronzan y nos astillan:
Primero somos casa,
luego cáliz o corola
(sin manos para bajar nuestra falda)
esa toma de aire del suburbano, cosa tan baja,
juega con nosotros a su antojo
y devenimos en aquello.
Todo igual pero sin orden,
y sobre todo, sin pneuma.
Una apariencia exenta de alma,
aunque no necesariamente muerta,
a veces, por cosa tan simple
como una mirada no devuelta
cuando ha nacido un fuego y no hay comburente.
Otra vez el aire.

---

© GatoFénix

104 - Vuelta en moto en 2011

 




Vuelta en moto - 2011
Salir envuelto en la mañana
a lomos de un sueño plateado,
rumoroso o rugiente, pero siempre suave:
Es mi segundo regalo.
Voy en el presente,
asombrado, sin sombra;
El cielo está lleno de rebaños de ovejas
en hileras diagonales paralelas;
ovillos de lana de nieve a la izquierda;
olor de escarcha a la derecha;
escarcha brillante,
luciendo arco iris en cada descuido.

Un patito, un lago y dos soldaditos de plomo.

El cielo sale por donde puede
y se muestra como una cúpula
cubierta por un fresco pompeyano.
Hoy toca vuelta: Blanco y azul celeste.

Un garabato, un giro y dos palotes.

En la cabeza, un cuento y
un manojo de preocupaciones
se van cayendo de la moto
según avanzo en el revoltijo de las sensaciones.

Un ganso impresentable se se está yendo,
una hucha vacía y dos fusiles con bayoneta, deja.

Hay poco trafico esta mañana,
algunos vuelven de los curros y el confeti.
Quizás no sepan que es un hermoso día,
nuevo y deslumbrante, y se han creído,
que todo sigue igual que anoche.

Mamá pata, un ovillo de lana
y dos agujas de hacer punto.

Llegando a Sacedón daré la vuelta - pienso -
y en pasando la presa quedará el reverso;
un abismo a la izquierda, y a la derecha
una ladera cubierta de pinos piñoneros.

Un palomo cojo, un huevo y dos antenas.

El viaje; en un suspiro, delicioso;
el Sol asoma recién afeitado
apartando la espuma de su cara
de un manotazo y me calienta un trocito de cara,
el resto del cuerpo se siente tranquilo, encapsulado.

Un pato , una naranja y dos palillos chinos.

Con el sol arriba y a la espalda,
entre las curvas, me encuentro jugando
con mi sombra; ora está a mi lado,
ora la persigo; a veces a mi izquierda,
con la linea blanca en la cabeza,
a veces flaneando sobre las rocas,
justo a mi derecha.

Unas curvas, un círculo y dos paralelas.

Arriba está Horche, pegado al cielo;
atrás queda Tendilla, ajena a esta fiesta.
Unas curvas y en el llano te avisan que te moderes,
estamos cerca de una estación de AVE
que no le veo pueblo, aunque se llama Yebes.
Sí, tiene andenes
como en los espagueti "güesteres".

Una gallina, una gallinaza y dos palos del gallinero.

Rozamos Guada (Guadalajara), seguimos;
el tiempo se condensa,
aumenta el tráfico.
No hay tiempo de pensar en otra cosa
que en llegar saludable y tranquilo a casa:
ya no hay cuento.
La cruda realidad del 
Corredor del Henares, claro,
me deja sin letras el poema.

Y se me viene un cuento...
Va a ser el año Chino del Conejo... de Alicia
en el País de las maravillas:
- ¡No hay tiempo!¡No hay tiempo!
- ¿Recuerdas?
Queda inaugurado, con este primer viaje
el año:
Dos mil once, este uno de enero.
Os deseo:
Una paloma, un nido y dos ramas de olivo.

© GatoFénix

103 - Las Horas Muertas en "lo otro"

 

 


Tantas horas frente a tu ventana.
Esa ventana que no habla ni mira,
en la que nos miramos
en "lo otro".
Donde se funde nuestra imagen
con los textos que leemos o escribimos.
Un lugar sin tiempo donde el espacio
está fuera de nosotros
y de nuestra capacidad
de entender.
"Lo otro" como Caribdis
nos lleva a lo profundo y lo desconocido.
Nunca tan cerca, ni tan lejos
estuvimos.
Nos enviamos notas y estamos al lado.
Recibimos palabras del otro continente.
Faltan los abrazos y la voz no es lo que es
cuando estamos juntos.
Horas perdidas de miradas de verdad
para navegar, eso dicen,
en un barco imaginario,
que más parece,
un ataúd de soledades
buscando un puerto
donde echar el ancla.
Un ancla, casi anca de rana,
oxidada en la cubierta.
Sin uso alguno.
Como un lastre
que nos impide volar,
que es lo que nos pide el cuerpo...
nuestro gran olvidado.

© GatoFénix - (26-05-2010)

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355 - El que tenga ojos para ver... "Auroras Boreales Realmente".

  S. Mateo 13:9-16 RVR1960 El que tiene oídos para oír, oiga. Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas ...