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09 febrero 2022

123 -Cada poema, una gota de mi.

 




Cada poema, aunque breve, es una gota
“que siempre llueve sobre mojado”.
Es un momento que se hace un mar
en el tiempo que tenemos aquí, por eso,
incluso nos rebasa por todos lados
y cuando estemos donde estemos,
tal vez en otra estrella remota,
permanecerá aquí
como una sombra luminosa
de lo que fuimos…
tan fugazmente.
Y,
cuando alguien lo lea,
se elevará sobre sí mismo
y se sorprenderá, un poquito,
o tal vez se identifique, y se consuele;
Hasta puede llegar a sentirse orgulloso de ser un hombre o una mujer;
y cada uno con sus sentimientos.
Los propios de su naturaleza en ese momento,
y encuentre;
que por mucho que digan las doctrinas que se lleven entonces,
el amor, en este caso de un hombre,
sólo puede verse comprendido a fondo,
si está encarnado como una mujer.

© GatoFénix

(Con mucha paz; verdaderamente triste en estos momentos y solo) 

122 - Del amor secreto intemporal

 



Cuando caminas en la invisibilidad y de pronto...
alguien te ve.
Te sorprendes y casi te ruborizas.
Sales de un paseo en la niebla, a la luz.
Ahora te desubicas y se te olvida caminar.
El tiempo vuelve a formar un bucle y
te desconcierta.
Una mirada, unos ojos tras ella, que te deja
parado, junto a ti mismo, incrédulo.
Hay amores que, por un milagro, no mueren,
y por otro, de forma recurrente e inesperada,
llegan a ti, te llenan y te reviven;
como la brisa de una mañana de enero
cuando el día se asienta en tu corazón.
Luego vuelves a la invisibilidad donde transitas,
y sabes que el sueño y la vida se abrazan,
porque la vida es un sueño,
las más de las veces.

© GatoFénix

121 - Capotar y rompernos.

 


Puede haber algo más triste, pero no lo conozco;
algo que no sabes definir según te inunda.
Hay amor, pero no sabes qué, ni cómo, ni quién...
Es como respirar dentro del mar o en las nubes frías,
dentro del casco, viajando envuelto en una luz blanca
que desmadeja las sombras como de hidrógeno líquido.
Hay una noche que te circunda como dentro de la niebla.
Tienes una fuerza dentro que permeabiliza el cuerpo.
Hay un estar difuso en equilibrio y en movimiento.
Tienes una capa de invisibilidad densa y a la vez sutil.
Hay un pozo enorme donde casi no cabemos:
eee-noor-me.
Y nos apoyamos en cualquier pared arqueando la espalda.
No sabemos si podremos seguir ni cuánto tiempo más
Pero nos abrazamos a la "cruz" llorando casi sin hacer ruido
para no despertar a nadie de la noche en la que estamos todos.

Hay un mar de ausencias 
que no pueden llenar los vacíos de los recuerdos.
El tiempo, tan presuroso, nos abandona... o eso notamos
y no sabemos qué sentir...
Sólo hay esa soledad que pueden tener los que saben
que no van a volver; 
y que su destino es incierto,
aunque la partida es segura.
No caben las lágrimas en ninguna oquedad conocida 
y nos empapa el alma una pena que sólo es comparable
al hueco que deja un corazón
cuando ya ha partido.
Hay mucha paz al fondo, pero muy al fondo
... y también miedo;
un miedo a lo desconocido,
 a lo malo conocido
y a no tener esperanza
 de algo bueno por venir.
A no tener "porvenir" pensamos.
Llegamos a, no saber nada de nada,
ni qué era bueno, tornado en malo;
ni qué hicimos para merecer esto.
Da igual.
Hay paz.
Igual da...
es la igualdad.
Y no sabemos nada, pero
todavía somos y respiramos,
y nos sentimos en esta música
que suena a nana
y a navío
y a gaviota, (de Juan Salvador Gaviota),

- ¿Te acuerdas?...que nos hizo sentir,
en esa juventud de piedra,
que pasamos,
la brisa del aire en la piel:
nuestras incipientes plumas de ave Fénix,
justo antes de capotar...
Y rompernos como hoy.

© GatoFénix



120 - El collar del espacio-tiempo

 


Hemos pasado tiempos preciosos llenos de color;

Tiempos de aromas de sueño;

Tiempos de sabor a miel de mandarina;

Tiempos de terciopelo, de algodón y seda roja;

Tiempos, de alegre música de banda.

Espacios íntimos llenos de nosotros:

Espacios suaves como las olas de mar;

Espacios entre silencios de gaviotas

Espacios en los que sólo cabría un beso.

Y en el fondo, llenos de vacío.

Tiempos recurrentes plenos de abrazos y gente,

mucha gente recurrente e incierta;

como la vida, como el tiempo.

En cada salto de la comba,

bajo el arco veloz de la soga,

vivimos momentos como ondas

con nombres propios, que nos han dejado.

Porque eran "tiempos y espacios", prestados.

Ellos,

han quedado engarzados como cuentas de un collar,

milarogsamente abierto, hasta que Dios quiera,

que guarda las vivencias como pequeñas llaves
(tin-ti-ne-an-do)

del... aro del... cancerbero del... tiempo

para poder abrir puertas secretas

de espacios que fueron; sin saber si son,

pero que sin ellos, no hemos sido y a veces , ni somos.

Ese aro cerrado adornará nuestro cuello, un día,

que no sabemos, y que puede ser hoy mismo,

tumbados, serenos, como dormidos

en nuestra última cuna.



© GatoFénix

Parece que interesa.

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