Flores nuevas
Flores nuevas cada primavera
nos llevan por los sentidos,
como de la mano,
a volver al inicio del reloj,
y nos invita a darle cuerda
con las yemas de los dedos,
sobre los pétalos,
blancos y pringosos de néctar de abejas.
Flores nuevas cada primavera
nos llevan por los sentidos,
como de la mano,
a volver al inicio del reloj,
y nos invita a darle cuerda
con las yemas de los dedos,
sobre los pétalos,
blancos y pringosos de néctar de abejas.
Las pupilas se dilatan
y se nos planta
esa sonrisa tonta del encanto,
del niño oculto por los años,
salpimentado de canas y embobado
en la madeja de enredos que le nublan la vista
cuando las olemos.
Como cuando nos olemos en las manos
ese almizcle, antes del sueño,
machihembrados.
Acariciar con la palma
y después con el dorso de la mano
nos hace sentir su nueva vida:
fresca, reciente y efímera;
vivida, con la más fresca,
reciente y nueva naturalidad
que imaginar podamos.
Sí, Señor. Hasta este año
empieza un ciclo de derroches
de color, de luz y olores,
por la gracia de Dios,
como si nada fuera a tener, fin.
Y así os lo deseo, Tal cual.
© GatoFénix