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22 diciembre 2021

47-Mi-tu-amor...

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Dibujo de mi hija, Sara, cuando era pequeñita.
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Ven
Ven a mis sueños, mujer.
Trae contigo
el aroma inconfundible de tu amor
reciente/ausente.

Ven a mi esta noche, que
nadie como tú para acunar
el vacío de tu ausencia...

Rodéame con tu calor
y acógeme, dentro...
muy dentro de ti.

Ven,
que las yemas de mis dedos se enciendan,
como cuando pelas castañas asadas, 
y al tiempo huelan, como el almendro
en flor.

Anda...Ven.
Posa tus senos en los cuencos de mis manos;
Y, por favor, acércame un beso frambuesa,
de tus labios.

Ven,
que la cama está helada sin tu piel.
Y te digo: "Ven al amor de mi cuerpo,
aun, a sabiendas..."

Ven.
Ha pasado mucho tiempo...
Tanto que,
de ti no queda sino el amor que te tengo
(o no sé si tengo lo que de amor me queda)
Y tan poco...
que todavía mantengo sal, en la comisura de
mis labios.

En este momento,
crucificado en la camilla,
cierro mis ojos y...
ya no puedo verte sino nadando 
en mis lágrimas...
o viajando en ellas, como estrellitas a contraluz,
del haz que lanzan las bombillas de la lámpara... 
"Esa luz venía, como ahora, en un rayo... 
como una cinta de oro de un espantasuegras". 
Va y viene, "iba y venía", en cada parpadeo.
A cada jadeo, en cada resuello... 
Lo recuerdo.
Ese entonces, que revivo en esta preanestesia,
era, cuando caí con sarampión; con mucha fiebre,
cuando contaba siete u ocho años.
Por miedo o por carencia de otro espacio mejor, 
me trasladaron de mi cana a la cama en la que duermo ahora;
tantos años después. "Lo que son las cosas".
La cama, la luz, la enfermedad y la soledad...
conecta mis experiencias, y me dicen al oído 
que el tiempo..no existe.
Y tal es, lo que os cuento.

Empiezo, al punto, a ver colores dentro de mi cabeza...
y un dulce sopor me inmoviliza...
siento como si fuera un cadaver arrojado al mar,
por una rampa, desde la cubierta de babor.

Musito:
"Ven al amor de mi cuerpo".
"Mi-tú-amor"...y
 al fin
duermo...

© GatoFénix

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© GatoFénix
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Objeto: 
Espantasuegras dorado.




46-Días de limpieza.

 


Escrito y publicado. 

miércoles, 29 de enero de 2014

Días de limpieza.

Los últimos días del año lunar chino

recomiendan limpiar.

Basan la limpieza en la eliminación de cosas

que ya no sirven, o están en desuso.

Limpiar es tirar, abandonar, apartar y apartarse.

 

Hay que dejar libres los espacios para luego

ir recibiendo los dones del año que llega.

 

Las cosas nos inundan y nos quitan vitalidad.

El exceso de cosas nos acosan por todas partes

produciendo una sensación de agobio,

de falta de aire, provocado por una falta de espacio.

 

Todo esto es fácil decirlo pero no es fácil hacerlo.

Los que nos hemos criado en el ayuno y la abstinencia

en el hambre y la carencia, no podemos fácilmente

olvidar/renunciar a nuestra experiencia.

Cuando se caía un trozo de pan de la mesa

al cogerlo le dábamos un beso.

Días de pan duro y otros sin pan.

Nosotros hemos llegado a no tener nada.

Eso ahora no se entiende, lo sé.

Aceptamos esa realidad pero nos hicimos promesas

y crecimos con ellas.

Cuando hemos podido, sin hacer daño a nadie, 

hemos ido muy poco a poco, adquiriendo,

coleccionando cosas que no tuvimos.

Nos fueron llegando los juguetes a destiempo,

a veces nunca, y nosotros nos regalamos,

pacientemente, aquello que no tuvimos.

 

Luego vimos que aquello no era lo que pensábamos.

Pero, una vez con ello, unido a muchos más objetos

crearon un ejército de cosas innecesarias

unidas afectivamente a nosotros,

por lazos insondables difíciles de desenmarañar.

 

Este año como otros, desde hace muchos,

sé qué lo correcto sería desprenderse

de aquello por lo que ya no tenemos apego,

y sólo la pereza, o las dificultades actuales

de hacer una gran hoguera por S. Antón

nos retiene en esa madeja de objetos innecesarios.

 

Cuando miro en alguna caja llena de polvo

encuentro que el pasado se desliza por mis dedos,

me ilumina los ojos con formas o papeles escritos

que me llevan como en la alfombra mágica

por los cuentos de las mil y una noches

con todos los personajes dormidos en el tiempo

y que yo, por un momento, hasta ese dolor

o esa fatiga momentánea, me encontraba allí 

dentro de ese cuadro histórico,

tan de esa edad como los demás de la foto.

 

En mi caso hay cantidad de materiales escolares,

algunos como alumno, cuadernos y libros;

otros como profesional de lo mismo con:

proyectos curriculares, planificación de aula,

investigaciones didácticas, trabajos (publicados o no),

dibujos, cómics didácticos, exámenes y apuntes,

listas de alumnos, libros viejos y

otros más recientes, 

leídos y olvidados.

Sólo esto haría una pira que no desmerecería

de las que instalan a las orillas del “río sagrado hindú”.

 

No sé qué sentiría ardiendo con ello.

Todo desaparece y es un vértigo incomprensible

para mí, tal como soy.

No hay nada más como nosotros que nuestros escritos;

una parte material y un pensamiento hecho palabra: un alma.

 

Ya sé que no soy las cosas pero las siento

dentro de mi y son, gracias a mi, aunque no estoy seguro

de que merezca la pena perpetuar nada de alguien

que prácticamente

no ha llegado

a nada,

como yo. 

 

© GatoFénix


Reacciones: 

 2 comentarios:

Anónimo dijo...

No llegar a nada y ser mil veces más que un azx.

:-)

No ser nada y seguir en el camino.

:-)

Tienes la consciencia. Eres increíblemente afortunado.

:-)

Nunca pude tener una Harley.

:-)

Gracias por escribir para mí.

:-)

azx

30 de enero de 2014, 2:22 

GatoFénix dijo...

Gracias a ti.
Pareces el eco de una sonrisa.

No sé que significa azx :(
Lo siento
Como siento no saberte, pero: gracias.

45- (por estas fechas) El matacerdo

 


El matacerdo -1954 en Zafrilla  -  2009 En otra parte de España, lejos. Pero con el corazón ahí mismo todavía.

 

No creí tener nada más que perder
si lo perdí todo, porque ya no queda
ni el pensamiento.

Jugamos con el recuerdo,
que no es pensamiento, y nos revela
imágenes que viene de nuestro origen.

No tenemos razón,
razón de ser.
Ser, sin razón de ser,
de esta manera...
Y tal vez, ni de otra.
Vaya usted a saber.

Todo se nos agolpa en el cristal.
Cristal, a través del que miramos,
el tramo que nos queda por pisar
en nuestro viaje.
Imágenes que, al estallar, estampan:
el olor de café negro con sopas de pan duro,
las magdalenas tiernas, recién hechas por tu madre
en alguna fiesta; sobre todo
en Semana Santa y en Navidad.
El roscón de Reyes con su haba.
Nata y chocolate caliente...
No sé,
yo digo que todo es,
el mundo de la pantalla del casco de la moto,
pasando por un campo de alfalfa en verano.

Plagado de mosquitos. ¡Oiga!

Una nube de mosquitos que no dejan ver
entre los huecos.
Recuerdo todavía..
Los tarugos en la lumbre, su calor,
la chimenea, los humos, las toses 
de los hombres, del tabaco liado;
las mujeres: las madres, las vecinas,
abuelas, nietas y primos de las primas,...
un buen grupo de gentes de al lado,
y yo, muy chiquitín, con cara de susto permanente...
En ese entorno por primera vez.
Era como por estas fechas.

Es "el día de la matanza",
ahora aclaro que me refiero,
a la matanza del cerdo.

(Quién iba a pensar por aquellos días
que fuera necesario aclararlo,
en este tiempo o alguna vez
Entonces ya habían vuelto a la vida los campos
a los que sobrevino la muerte del invierno de la guerra
con sus desastres. 
Luego, años después, que era entonces o como ahora;
y que las amapolas adornan el trigo y no a los seres:
hombres, mujeres, niños y animales
que regaron con sangre, en vez de agua,
aquel suelo tan cerca de Teruel.
Todo lo comentaban entonces,
que yo, era tan pequeño que era invisible.
Y no sabía de qué hablaban.
Por eso, nunca asocié "matanza" a nada
que no fuera esta reunión de gentes sencillas
que se ayudaban unos a otros
a sobrellevar, nuestro I Ching particular,
preparando la despensa para un larguísimo año,
en donde no existían grandes ni pequeños comercios.

Los chillidos del cerdo, hasta subirlo a la mesa,
varios hombres, tirando de él con un gancho de hierro
clavado bajo la barbilla.
No se conocían todavía: al Capitán Garfio,
ni, tan tierra dentro, a los estibadores.
Esos chillidos del cerdo no se olvidan;
niños corriendo a esconderse tapándose los oídos;
llantos de los más pequeños y voces de todos, 
hasta el silencio.
El cuadro era así:
Una mujer removiendo, con la mano, la sangre en un lebrillo.
Sobre la mesa el cerdo yacente, como dormido;
por todos lados el humo y la niebla;
los tragos de vino, el sudor de hombres y mujeres.
A un lado, el enorme caldero cociendo la cebolla;
al otro, las brasas y con las aliagas,
quemando las cerdas y con trozos de teja,
"descoscando" al cerdo, que veía tan enorme, 
raspándolo con un trozo de teja de barro.
Los niños corremos enloquecidos, a una voz.
Las manos heladas, el corazón encogido
y con la risa nerviosa del desconcierto
y del hambre.

Olor a pan,
pan amasado en un artesa de madera, cocido en el horno de leña.
Pan que nos dan con un torrezno con una barba de días,
que nos pincha, y un poco de sal;
Calzamos zapibotas, gastadas con los andares de otro;
jersey de mezcla y calcetas de lana que pica;
pantalones cortos, ahora, como
algún día, largos; de pana helada,
entre color miel, marrón y musgo seco;
camiseta de felpa de manga larga
sobre la piel de gallina
de aquellos días tan señalados.

Impactos llenos de imágenes
que van llegando y
al estallar,
el aroma que expanden
viene a hacernos creer que son algo y
ya no son nada.
Hoy, cada día, y ahora, más lejos,
nos aborda el presente,
a través de los Medios,
y estampan las matanzas de cada día
en la pantalla de plasma y nos deja plasmados.

Todo está como al revés.
Como la venganza de los cerdos, es.
(Guerra de las Galaxias al fondo).
Matanzas de seres humanos,
a manos ¿de quien?...

Y sigo con el corazón encogido
porque oigo los gritos,
ahora de los niños, ayer mismo,
y no puedo hacer nada.

© GatoFénix

Aquí se describe todo: 
https://montalban-fotos.blogspot.com/2013/08/el-matacerdo.html

Parece que interesa.

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