Mi Piaggio 350 X10
... Con la piel vibrando todavía, electrizada por el viento,
por su suave caricia a moderada velocidad, en carretera...
y con la cabeza tan llena de imágenes, que no cabían en el casco,
me sumerjo en este papel virtual, después de hacer el borrador
en mi cuaderno de hoja blanca inmaculado, sin líneas,
con mi pluma Parker de siempre
(compañera de cuentos, poemas y escritos e ilustraciones)
que luego, no todo, pasa a este formato digital.
Viajaba...buscando, huyendo y acomodandome
Como si anduviera bajo el agua con los ojos abiertos;
Proverbialmente solo aunque
lleno del sol del atardecer del 17 de julio 2023
En el Corazón de la Mancha, España,
en estos momentos hay cuarenta y cinco grados,
y todo está en calma y sereno.
Salí con la Piaggio, que es como una piragua,
a pasear ,y según me iba alejando del pueblo,
pensé ir por donde nunca había transitado.
Pasé por donde en otros, muy otros tiempos, habité.
Co mi tropel de cosas, sobrevolando,
pasamos delante de la fachada
de lo que fue mi domicilio.
Ni él ni yo somos los mismos.
En cada uno de nosotros, respectivamente,
han actuado "energías" distintas
y nos han transformado sustancialmente.
Diría que, ambos somos, fácilmente, irreconocibles.
El tiempo, si tenemos el Don de Dios, separa finalmente:
unas cosas de otras y así terminan, en montones distintos.
Según cruzo el pueblo todavía siento mi extrañeza.
Me asombra, todavía, como los entornos te contagian,
te fagocitan, en ese querer encajar agradando, pero...
te ocurre como le pasó
a la Banda de Música de la Osa de Montiel:
Que: ..."Reventaron tocando y no dieron gusto a nadie".
Giro a la izquierda, por la misma carretera que transité
para ir a mi primer Destino de Propietario Provisional.
Era una Escuela Unitaria (Sólo una unidad)
Eran nueve alumnos de distintas edades y sexos.
Fran, uno de ellos, me enseñó a reír por cosas sencillas.
Él llamaba: "gorrinonocerante" al rinoceronte...
y entendí la "lógica concreta" al instante.
Allí había ovejas, un gran rebaño, con cabras incluidas.
Y un poco más allá una granja de gorrinos.
Otro que se llamaba Francisco, le encantaban
las palomas y se conocía todas las especies.
Hace un tiempo vi que en una casa de las afueras
había un palomar con una placa de un Club
de palomas deportivas. Me da el cuerpo que es de él.
Giro a la izquierda y tomo la carretera de Cinco Casas.
Nunca había transitado por ella.
Tal vez fue un camino de tierra sin asfaltar
y ahora lo han arreglado.
Dejé ir las cosas que me acompañaban.
Sentí que no estaba solo y comenzaba a "ver"
lo que hasta ahora nunca transité.
El viento, la poca velocidad, el sol a mi derecha
y la temperatura envolvente como de desierto
era como un precioso Domo de Luz y amor.
Terminan las casas y estoy solo y rodeado.
Sin embargo el campo cultivado
siempre me sorprende.
Me acoge, primero me saluda.
Saluda con aromas peculiares, como franjas...
y una humedad color verde esmeralda de las pámpanas.
Están los viñedos ahora, preciosos.
La gente no sé si es que ya se acostumbra,
pero a mi, cada temporada me parece nueva.
Y me sorprende como a un niño.
Sé que cada hoja es "nueva reciente": en tamaño color y forma.
Tanta vida a mi alrededor me fue acolchando el alma.
Me apapachaba el entorno y
aproveché tanta fuerza para ayudarles a compartirla
con todo el conjunto y hasta la hice ascender
hasta lo más alto del cielo para que luego cayera
como una preciosa lluvia de vitalidad "verde esmerada".
Empiezo a soltar desde una lágrimas...
hasta esbozar una sonrisa.
Porque, en un momento, todo alrededor eran viñas.
Un verde cargado de añil junto al sol fabricando
todas la variantes desde el verde menta claro
hasta ese verde que asemeja en su textura al terciopelo.
Todo así hasta donde se pierde la vista.
Transito muchos kilómetros
alternando las viñas emparradas
con viñas de cepas bajas tradicionales y también
un campo de maíz con su verde peculiar tan bonito,
antes de madurar y dorarse que me recuerda al color del bambú.
Todo era una energía limpia, de la que me he nutrido
y a la que me uní...elevándola y expandiéndola a todos los lugares
poblados de seres "inhumanos" más propios del submundo
que de este Paraíso Natural rebosante de Luz y de vida.
Tanto, que si no decides estar embotado
con el plasma de las pantallas que embrutecen...
te contagia de algo que es el Qui o el Chi
de la Madre Tierra.
Perdí, la noción del tiempo.
El Sol bajaba muy lentamente:
me respetaba los tiempos...
acomodándolos a mi necesidad:
Éramos uno con el Todo...cuando...
ya estamos llegando a un punto de confluencia
con otra vía de más categoría.
Ahora, hecho el giro:
El Sol queda justo en el centro de los espejos de mis retrovisores:
No molesta. Queda bonito
Está detrás, real, y va delante en ambos lados, virtualmente.
Al poco salgo de esta vía más principal
y tomo otra más sencilla que va hacia Peñarroya.
Vuelvo a estar rodeado de verdes.
A la izquierda y a la derecha no hay ningún humano.
Por eso, a mi paso, levantan el vuelo
parejas de perdices con su típica velocidad de salida.
Al instante, en menos de un metro, ya van
a ciento veinte kilómetros por hora.
Se cruzan y me adelantan.
Vuelan casi a mi altura, a mi lado y a la derecha
y así tan gordotas y revolotudas, me hacen sonreir.
Son parejas.
Otros que no sé el nombre tenían justo sobre la cola
como un círculo blanco y el plumaje pardo.
También hay palomas en los hilos del teléfono:
ni se inmutan.
Este tramo ha sido muy divertido.
Luego, en un cruce, giro a la izquierda
y el Sol empieza a jugar al escondite
entre las ramas de los árboles que se interponen,
como haciéndome guiños de complicidad
en esta travesía...y comienza a esconderse.
Ya se ven las primeras casas de mi pueblo
y me dirijo a la gasolinera para repostar.
Allí, la competente y amable empleada que me atiende
en Shell.
Al ir a pagar, me dice que tengo unos tickets de descuento...
hasta me he llevado una botella de horchata
muy fresquita.
Todo un regalo de tarde,
que os muestro,
desde una punta a otra de este mundo
nuestra sagrada Gaia: la Madre
© GatoFénix