El silencio es una pared de dimensiones colosales.
Es multiforme, a veces un "fuerte del Oeste"
con soldados de azul, pañuelo amarillo y caballos;
una infancia fósil de plástico semirrígido.
Nadie puede interpretar un silencio.
Es un vacío en el pentagrama donde tomamos aire.
Ese silencio que nos circunda, camuflado de ruidos.
Porque nunca fue tan ruidoso el silencio.
Nunca fue tan persistente y cercano...
Este silencio, que ya es un escándalo.
Tanto es así, que puede causar miedo.
Igual es su objetivo. ¡Vaya usted a saber!
Alguien alejado del corazón y lleno del vacío
en el que se parapeta y
en el aislamiento en la aglomeración
de seres indefinibles pero etiquetados
con códigos de barras.
Es una "calma chicha" permanente.
Almas en estado de "sitio".
Como si fuera un objetivo tácito de alguien.
Que hasta el pensamiento, hermano menor del alma,
se ha convertido en denso como la pasta de modelar...
¡Que ojalá fuera arcilla ocre o caolín!
Paredes densas que nos aíslan y enchiqueran.
Un pequeño porcentaje trabajamos
en nuestro "silencio interior".
Hemos encontrado ese espacio,
como si fuera un mechinal reciente
donde una vez acallado el llanto
no queda nada que nos perturbe
y comenzamos a respirar de otra manera:
sin jadeos, contando hasta cuatro,
y escuchando poco a poco leves voces sin timbre
y que suenan como el eco
en el puente de la Hoz del Huécar, en Cuenca.
Y sientes, como entonces,
cómo es el hablar de una roca cóncava.
Y te sonríes asombrado...
porque eso no lo has dicho tú.
Y te resuena como algo:
claro, sencillo y amoroso.
Como pensamos que es la vida
en donde mora la Luz;
acabada la tormenta que siempre es precedida
de una "Calma Chicha" y densa,
Por donde ahora transitamos.
© GatoFénix
Casas Colgadas Cuenca España
Vista desde "la Carcel". Hoz del Huecar Cuenca.
Los sonidos del silencio
El amor...al fondo, como un ensalmo rosa del Arcangel Shamuel.