Benditos los que han vivido al pasión.
Benditos, los que la han sentido alguna vez.
Benditos, los que la sobrevivieron;
Benditos y bienaventurados los que,
además,
pudieron contarlo.
Benditos porque entenderán lo poco
Inteligente que se puede hablar de ella.
Benditos, porque al cerrar los ojos
descubrirán la humedad de una lágrima
rodando hasta el lóbulo de la oreja
sobre la almohada.
Entraron alguna vez en la locura y no pudieron
salir de ella sin perderla.
Tuvieron la lucidez de la locura,
o la razón de la sinrazón,
y por eso, son bienaventurados.
Y lo serán por siempre,
cuando recuperen los ojos que perdieron
y sabrán lo que es sentir con los riñones
mientras, entre los omóplatos,
un algo,
le hace elevar la nuca; como si le nacieran alas
y fuera a despegar, mientras el ombligo estalla…
y te disuelve en un suspiro.
Benditos los que entiendan la torpeza de mis palabras,
porque, en algún momento,
que será, sin duda, eterno,
los hará partícipes del misterio de la vida de los hombres.
De aquello, que la mente biempensante…
denominará: bajezas.
Bendita la pasión como destello
que no mancha,
ni hiere,
ni envilece
Bendita bendición que se padece
y que podemos ver con claridad,
luego,…
cuando desaparece.
© GatoFénix