He terminado de leer este libro de María Elena Sarmiento.
Sabía que no era igual escucharle en un vídeo que leer su alma.
Un alma intemporal, ajena a los años de la Tierra
donde todo es fresco como en un amanecer en primavera.
Los ojos van recorriendo el texto hasta que como un arado
penetra en los surcos ,cada renglón, y vislumbras
unos pequeños brotes que te van directamente al corazón.
Empiezas a no estar solo y lo notas
hay por la frente, hasta un poco sudor que vibra y calienta.
Es como si, desde ahí, se fueran a marcar
determinados mensajes...
en nuestro corazón.
Más que nada recojo,
que la "compañía" era patente, desde el principio.
Hay por mi parte un consentimiento claro
de estar ahí;
cada vez más alejado...
de lo que se percibe en el plasma o en la calle
que ya son, una cosa sola.
Y más, dentro de uno, que es donde está
el Cobijo,la Paz y la Verdad,
que proporciona el Amor.
Evidentemente cada uno lo debe leer para que sienta esto.
Sólo puedo comunicar mi experiencia del lector que va
con los mismos ojos que cualquier discípulo...
y la aparente realidad de las cosas y de la vida.
sientes cómo te anticipa o te reencuentras
en las mismas sensaciones que vives al leer
como si fueras con ella y sus sagrados personajes,
en un mundo tan de ciencia-ficción como real
donde "sabes" que has estado alguna vez, incluso
pasando por situaciones que es, como si las recordaras...
incluso, tan iguales como en esos escenarios.
Si no fuera por sus graciosos "giros de lenguaje" autóctono
lo podríamos haber escrito nosotros, aunque no
con los mismos detalles ni con "los mapas",
ni con las "experiencias personales" de la autora.
Lo lees una vez y
quedas pendiente de la segunda lectura...
como para empaparte bien; aunque es verdad,
que la segunda lectura te agrada y te sorprende,
te hace llorar o sonreír...
como en la primera.
Siento no conocer Tai-Chi, aunque,
si no se me presentó el maestro será porque
mi camino es otro, pero me ha fascinado desde siempre:
Ahora sé porqué.
Porque es el puro Amor del PadreMadreDios.
Y me consuelo diciéndome que puede estar en todo
y que a mi me llegará por otro camino.
Sinceramente siento y pienso como si fuera, desde niño,
un Apóstol de Cristo, para ayudar ,según mis fuerzas,
en la tarea complicada de Sanar la Tierra;
Claro, en la medida de que ella se deje...
porque sobre todo está:
"El Sagrado Libre Albedrío"
de cada uno de los habitantes humanos de la Tierra.
Pero hay infinidad de formas de vida
que también requieren de ayuda
para elevar su frecuencia
y alcancen su mejor "versión"
hasta convertir entre todos la Nueva Tierra
tal como fue creada por Dios:
"El Paraíso Terrenal"...
(Hay que revertir el engaño de la manzana)
Con Amor Crístico.
Seremos muchos y a la vez
,como un solo Ser Divino,
todos los Discípulos Voluntarios.
Y la Luz vencerá a las tinieblas (que ya han perdido)
pero que imperan "democráticamente",
con el consentimiento de muchos "moricegos"
y ahí están sus consecuencias.
Un abrazo
© GatoFénix
