La invisible huella del silencio en el tiempo.
No queda rastro en la mejilla húmeda.
Tal vez un ligero brillo visto en un escorzo pero,
ni en la comisura del labio hay un remanso frío del silencio.
Quedamos ante el espejo de nosotros mismos:
varados e inermes.
El silencio no deja huella visible.
Sólo el alma sabe, y no cuenta,
porque la tristeza apagó sus palabras.
No hay huella marcada tan profunda
en el alma del hombre, que
ni el arado "de vertedera" sabe dejar tal dibujo
en el campo liego de un corazón solitario.
No hay indicio de nada.
Es peor que el vacío de un enorme globo de helio:
Una ilusión resonante, que pesa como un Zeppelin varado
en un enorme desierto a la hora, sin sombra ni cobijo.
Mañana una brisa se llevará todo,
no quedando nada.
Es insondable el corazón humano.
"Apabulla ver su grandeza"
Sólo el amor,
descubre
más mensajes ocultos, sobre un pesar
(rodando por la mejilla)
aún a miles de kilómetros del distancia,
que una larga explicación hueca
que suena al eco de la nada en un plató de cine,
para un plano panorámico en una película virtual
3D:
"Del vacío y la tristeza del ser en tú ausencia"...
Es...
"El sueño humano de sobrevolar la tristeza de su mente"
No deja rastro en el cielo, su paso.
Su paso, que es un estruendoso silencio,
que nos ensordece y que nos deja, ya ido,
"la marca indeleble de agua"
del amor en tránsito por esta Tierra,
de madrugada...sí,
siempre de madrugada.
Lleno del vacío...
acompañado de Sagrados Espíritus,
justo antes de que "el Carro del Sol"
inicie su galopar silencioso
sobre la curva celeste repartiendo...
vida, "sin tino ni mesura",
a diestra y siniestra, decretando radiante:
¡"Mañana será otro bendecido día"!
(Gracias a Dios)
Y llegarán "buenas nuevas",
para todos.
© GatoFénix