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28 febrero 2022
152 - Lo efímero hecho recuerdo eterno.
150 - En la oscuridad desaparece la sombra.
No puedo menos
que pasar esta foto de texto,
porque es una gran verdad.
(Mejor me lo digo a mi mismo, jeje)
Llevo toda la vida confiando y no tengo palabras para decir
lo verdad que es.
Es una gran verdad, pero no se aprende nunca.
Ayer sin ir más lejos me llevé la última.
El último zas, que se dice ahora.
¡Hombre! Se acostumbra uno,
incluso viéndolas venir y no siendo tonto del todo.
Parece que unos nacemos de una manera y con una disposición
y otros, bueno, son diferentes.
Se mueven mejor en la oscuridad, por eso de su sombra.
Hay gente, que como decía mi padre, ya muerto:
- ¡Qué mala sombra tiene!
Y no creáis, que he pensado en ella mucho.
Tiene una gran carga de profundidad y mucho fundamento.
La sombra...Hum. Pensando...
No se dice "tiene buena sombra", de nadie.
Esos, que no son como yo, creo que han nacido en ella,
en la oscuridad, digo.
Y siempre permanecen en ese lugar cómodo,
donde no se llevan sorpresas, porque saben que lo de confiar
es cosa de alto riesgo.
Puedo hablar con naturalidad sobre esto, porque aquí no hay nadie real.
Todo es como esa sombra (virtual) y se está tan lejos que hay abismos
más que distancias en este "nosotros";
porque tal vez lo más milagroso, que es la comunicación, no se puede dar
porque nadie "ha hecho ni una legua en sus mocasines",
en los del "otro".
Mocasines, que son los libros de cada uno;
y sus pensamientos mientras los lee;
y sus diálogos interiores sentados, a oscuras,
al borde de su cama.
Cuando no sientes más calor
que el que te fabricas bajo el edredón.
Y rezas agradecido como hacia mi tía sor María,
en la Clínica del Trabajo, cerca de Cuatro Caminos.
- "Un Padrenuestro por el que inventó la cama". Me contaba.
O cuando ya muy débil y enferma, a punto de morir, que dijo:
- "Pues esto de la vida tampoco ha sido gran cosa" Vamos,
"nada del otro mundo".
Que por un lado tiene su gracia, pero ella no bromeaba, en ese momento.
La vida para ella no había tenido "muchas luces de colores".
Toda su vida cuidando lisiados, ayudándolos a rehabilitarse.
Y, sin embargo, viéndome desconsolado,
aquella Navidad del cincuenta y ocho,
llorando desconsoladamente, triste y frustrado,
en víspera de unos Reyes que no trajeron
"el coche que se le abrieran las puertas", que yo esperaba.
Me dijo:
- ¿Tú crees en la Providencia?
Yo no entendía esa palabra, pero dije:
- Sí.
Y me regaló un avión, que era una tontería fea.
Se le cargaban como tres supositorios de plástico,
con un alfiler en la punta y que mirando por el fuselaje,
y con ayuda de un espejo se veía el suelo.
Sobre él, se ponía un corcho cuadrado con una ilustración,
Alguna vez me pinché en la punta del pie. "Bombardeando".
Ya dije: algo feo y que nada más verlo
Siempre confiando.
Pensando, y lo sabia:
y a posteriori lo reflexionaba, si lo sabía...¿entonces?...
Pero sigues confiando, aunque tengas la cara como un pan
de tanta "torta" que te llevas.
Y no hay más.
Porque no va a cambiar tu vida, como tampoco la mía.
Aunque yo "sé que no tengo mala sombra".
Y eso me reconforta.
151 - La música: el espejo del alma.
27 febrero 2022
149 - La piel de una esfera
148 - Le debo unas palabras a este otoño. 2015
147 - En homenaje a mis padres, Maestros de Primera Enseñanza.
Ahora,
con la centrifugación del alumnado (por Ley), casi todos los niveles gozan de
algunas cualidades de una escuela unitaria.
Yo
mismo empecé , como muchos niños de los cincuenta (también había niñas, pero
entonces se sabía que, el género masculino en nuestro idioma, las incluía y no sólo significaba niños)empecé, como digo, en
aldeas perdidas o pueblos pequeños de cualquier parte de España. En una de
ellas, empecé como alumno en Zafrilla, provincia de Cuenca. La Cuenca en que me
parió mi madre donde la Virgen de la Luz a este lado del puente de San Antón:
Hospital de la Beneficencia en aquel junio de 1951.
En
este caso, como había número suficiente de población, se disponía de una clase
de niños, en la que mi padre era el maestro, Don José María y que estaba situada
en la planta baja y una clase de niñas, donde estaba mi madre, Doña Amparo,
situada en la planta alta.
Era
como un cuento suizo, por el paisaje y las nevadas... y por el olmo de la plaza
lleno de carámbanos dos meses en invierno, que a poco que lo imagines, en un
descuido, te sale la poesía y dejas el relato a medias y te lías a tirar bolas
y a dolerte las manos del frío y los malos guantes.
Veinte
años, después de aquellos cuatro o cinco que yo tendría, cuando ya leía como un
papagayo, todo según frescos recuerdos aunque parezca mentira; y ya escribía con una pluma de "mojar" en el tintero, en cuadernos de media cuartilla, con pastas blandas de color
verde pastel.
¡Ah!
la tinta la preparábamos nosotros, que venía en unas barritas cubiertas de
papel plata con un gallo y se llamaba Fix o algo parecido.
Sí, lo
del gallo era seguro, en azul marino y blanco.
Como decía, después de esos años, la historia daba una vuelta en esa espiral que nos lleva y me incorporé, como Maestro, en Los Molinos, un anejo a una pedanía (La Alameda de Cervera) que a su vez correspondía a la ciudad de Alcázar de S. Juan, "Corazón de la Mancha" (Ciudad Real)
Hago un parentesis:
Durante el último Curso de Magisterio, trabajé como locutor y control, en la COPE, emisora de Radio de Ciudad Real. El día que murió Carrero Blanco, asesinado, (20 de diciembre de 1973) y que me tocó "guardia" en la emisora; hicieron para comer todos, un tiznao (comida típica de Ciudad Real) incluidos la Pareja de la Guardia Civil, que estuvieron por allí, porque tenían órdenes de vigilar las Comunicaciones, y por eso, emití sólo música Clásica y daba "indicativos" con la hora;
Luego hice la mili, que, por cierto, me pilló de imaginaria en Alcantarilla, Murcia, cuando se
comunicó por la radio (un aparato a pilas pequeñito que escuchaba yo, pegado a la oreja ) que dijeron: "Franco ha muerto" y menuda la que se armó allí fuera de los barracones.
El
miedo y la confusión, y los taconazos, y los coches que se oían en la
explanada del Campamento Cuartel... y, dentro del barracón, yo; con la radio en la mano, de oyente
esta vez, sentado en una "piltra" (así le llamábamos a las camas), ahí "de media anqueta" (sentado a medias), y "la peña" durmiendo,
hechos polvo de las putadas del día y tirándose ped*s y roncando...como todas
las noches, ahí a su amor.
Y vuelvo al relato:
En ese destino, Los Molinos, como consta en el documento que conservo, me
dieron, los Inspectores de Educación (El Inspector Jefe D. Ángel Díaz Peco y el
de Instituto Nacional de Previsión y Cotos Escolares, del que no recuerdo su
nombre) 2 Votos de Gracia por
Ahora, cuando la ignorancia, la zafiedad y el "pensamiento único" ha
tomado la revancha y siendo testaferros de “Don Quiensea”, han involucionado la
educación a estos niveles que conocemos, renombrando cosas o simplemente
vaciándolas de contenido.
Se les llena la boca de “aprendizaje cooperativo”, tal vez, emulando las
cooperativas de Freinet con su aprendizaje globalizado de la lectoescritura,
para adultos allá en Brasil.; o
tal vez, por desconocimiento, lo adjudican a Vygotsky (https://www.actualidadenpsicologia.com/que-es/zona-desarrollo-proximo/), demostrando que no saben
lo que es la Zona de Desarrollo Próximo; o
la reconversión de los Centros de Enseñanza en “Centros de Engorde y
Esparcimiento” siguiendo la coherencia de vida o
Pocos
conocen esto, como tantas cosas, y casi van a entronizar este “santo” dentro de
su *“ateario” particular.
Ahora “apuestan” por los ordenadores, que no sé muy bien qué utilidad tienen si
no se domina la escritura manual, ni luego la tecleada, y mucho menos la lectura en
todas sus variantes.
José María G.T. (Maestro jubilado)
146 - A mi madre (RIP) que el 28 cumpliría 99 años.
© GatoFénix ( Mañana cumpliría 99 años)
en la Plaza de Almagro (Ciudad Real)
25 febrero 2022
145 - Nos miramos como un pacto: Kika y Yo
Ella sabe que
algo me pasa.
Gime y hace como que me ataca;
Retrocede y gruñe; toca mi tibia con su nariz
y me mira.
Sabe que estoy triste y se me sube a la pierna.
Nos miramos.
Nos compadecemos.
Y sentimos la soledad de cada uno.
Hay una especie de abandono sufrido.
- Nadie lo aceptaría, como pasa con las
evidencias -
Se pasea por encima de mi con sus patitas
livianas,
mientras parece que llora como un bebé.
No sabe qué hacer y yo tampoco.
Espera que le diga algo.
Pero, callo.
Y debo retirar la cara porque
intenta lamerme la barbilla.
Espera que le arroje su hueso de juguete
y lo deja junto a mi pie.
Me mira.
Vuelve a pasearse y va a la puerta del patio
a rascar el cristal para que le abra.
Se sube a mis piernas y me lame la mano.
Creo que le pondré el arnés y
saldremos juntos a la calle para que olfatee
su territorio próximo y se distraiga.
No sé si pensará,
y si piensa...lo que pensará.
Al menos, caminaremos
como el burro en la noria
con los ojos del entendimiento, vendados
por un tiempo.
© GatoFénix
Parece que interesa.
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