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30 diciembre 2021

64-Tesela de dolores

 




 

A veces nuestra espalda
Cual concha de tortuga
Se nos muestra tesela de dolores.
 
Podríamos viajar,
A salto de caballo
De ajedrez, por ella
Y sentir en cada cuadro,
Blanco o negro:
Un tiempo, un cometa,
Una causa, una cometa,
Un sueño, una quimera,
Una diablesa, un abrazo,
La incertidumbre, una careta,
Un chasco, un abandono,
Un beso, el miedo,
Un pájaro, un helado,
La risa o un te quiero.
 
Las huellas del pasado
No nos dejan.
A veces, nos pisan los talones del futuro.
Por eso, solo a veces,
Vivimos el presente
Jugando cada turno,
En cada mano.
Pensamos que la vida es
Una loca partida
En la que todos los jugadores
de forma sorprendente
aprenden las reglas mientras juegan.
A veces, muchas veces, se termina…
Sin que aprendamos nada.
 
Hay cosas que sorprenden.
En estas circunstancias
Tienes la sensación
Que algunos jugadores
Juegan con ventaja.
Por eso nuestra espalda
Cual concha de tortuga se nos muestra:
precioso mosaico de colores;
ingente tesela de dolores.

© GatoFénix

63 - No comprendo casi nada.

 


No comprendo que
no me comprendáis.

Yo mismo, a veces,
no comprendo.

También es la verdad.
Tal vez,
vosotros me veáis igual
o, tal vez, al menos semejante

A vosotros… pero no es así; aunque
eso parece.
Os digo:
Sabed que no sería
una parte de mi
sin vosotros, que no soy mucho.
Sobre todo,
con esa complicidad
en vuestros ojos,
esa mirada presente,
mejor dicho, interesada

en mi …
de los que,
aun estando de pie y tú sentado,
te miran “desde abajo” haciéndote
mejor, más alto y mas hermoso.
Ese “mejor” que indica
que eres de los suyos,
de los aparentes “perdedores”,
de tejas abajo;
pero que habitas en un rincón
secreto y preferido
de su corazón.

(Algunos saben que ahí está el alma)

A veces, es verdad que
hay cosas que no comprendo.


Puedo decir que no comprendo casi nada.
(Porque “uno” tenía dibujado desde niño
otro horizonte.)
Al fin:
“Pedir peras al olmo” tiene esas cosas.

Y en silencio aprehendo,
como si respirara las cosas.
Las cosas que somos y lo que decimos:
La palanca, el bastón, el reloj de cuco
o el perfume de música,

Lo que callamos y sentimos:
El alma de las cosas.

Aprendo de aquello
a lo que yo me acerco sin miedo, y

al mismo tiempo,
tengo el valor
de mirarlo de frente,
y al fondo, de mi mismo.

Abarco lo que cabe en mi,
que aparentemente, es casi nada
“comparado con la inmensidad del océano” decía mi padre,
pero, para mi,
en este momento,
vacío y lleno,
es todo.
Y puede,
una vez más,
salvarme de los otros:
El infierno de Sartre.
La cosa más terrible, que dicen,
y que somos todos. Yo no lo creo.

Decididamente, elegimos, si estamos despiertos.   
Y todos es: nosotros, ellos,
y gracias a Dios, vosotros.
El todo: el Universo.

Que no nos cabe en la cabeza…

Pero sí, en nuestro corazón.

© GatoFénix

Parece que interesa.

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