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31 agosto 2022

246 - El viento




 
Hoy el viento me zarandea.
Tiene sonido cambiantes. 
Desde el asiento de mi PC escucho y me estremezco
porque pasa de ser un ronco sonido gutural
a un barrido de tablitas y persianas
a un rodar de pequeñas chinitas u objetos tirados
por los suelos o cerca de mi ventana
por los tejados de uralita.
Se ven pocos pájaros volando 
en estos periodos de tiempo.
En alguna ocasión, se ven estorninos negros
posados en algún caballete, impasibles,
y con las plumas descolocadas...mientras esperan.
El viento es una locura de energía.
Forma a veces como olas invisibles,
o como cucuruchos bailando "agarrados":
 una imagen visual de nuestro sentir en esos momentos,
cuando nos cuesta pensar.
Y todo yo, parezco un embudo. 
que absorbe porquerías que nublan mis entendederas 
y me llena de grava los ojos...
Caminas a tientas buscando referencias...
El viento, como hoy, nos remueve de fuera hacia adentro.
Nos hace que nuestra cáscara se imante
y desde la piel, los pies y hasta los pelos de la cabeza
se quieren enajenar de nosotros y nosotros con ellos,
tentados de enajenarnos.

En este maridaje...hasta respiramos con dificultad.
Inhalamos en suspiros cortitos y repetidos, con pausas,
como fragmentos de cosas que casi nunca piensas...
y que vienen con el viento y... luego se van
como una música sincopada llena de ruidos y silencios.
No facilita, el viento: ni hablar, ni escribir.
Te lleva sólo a sentir y hasta puede que a recordar;
O a sentirte solo, 
que no hay rato que más lo evoque;
como una ventolera.
En el viento añoramos hacernos una bolita
como el erizo que estaba, al lado de la rueda de mi coche,
en el Parking de El Hospital donde dejé a mi padre, 
consciente de que no llegaría a darle los Buenos días.
Vino a despedirse, porque a mi padre,
 siempre le gustaron los animales:
pájaros (periquitos y canarios) y gatos.
"Pincel", "Paloma", "Morito" y sobre todo
"Mika" (a la que sólo le faltaba hablar).
Me agaché. 
Era precioso, me recordó a mis pelos.
Estaba quieto; no tenía intención de huir y,
 con mi jersey de lana,
 lo tomé con las dos manos y lo llevé hasta las plantas,
en una acequia lindera con arbustos.
Luego, en el suelo, salió corriendo hacia 
donde no había iluminación.
Acababa de dar Reiki a mi padre;
 y de decirle, al oído:  "Que no tuviera miedo.
Que todo iría bien".
Luego:... "Gracias".
Y lo besé.
(Cada noche llegaba hasta nuestra cama 
y nos daba un beso de buenas noches...
 y nos arropaba por la espalda dando unos golpes....)

...Y con mi jersey de lana
subí al coche...
Acaba de amainar el viento...¡Qué cosa!
Diría que ya no tiene función,  y aburrido
se ha ido a recostar, en el silencio de la noche.

© GatoFénix



Parece que interesa.

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