Estamos al principio de todo.
Como si tuviéramos los dedos de los pies, al borde de una alta montaña.
Una chinita, cae rodando. Dando saltitos al espacio.
Se nos encoge el estómago.
Acude el miedo y casi perdemos el equilibrio.
La mente, pesa mucho: Nos des-equilibra.
Lamento interno: pena.
Respiramos profundo y espiramos lentamente.
Expira el miedo: Fenece.
Cae, junto a esa "chinita", al vacío.
Al lado, estaba el nido de un águila: origen de este cuento..
Por alguna atmosférica circunstancia
o porque era necesario para echar a rodar la historia;
uno de los huevos se deslizó rodando suavemente, fuera de nido.
Luego, siguiendo por la fuerza de la gravedad,
y la inercia del devenir de las cosas materiales,
bajó toda la ladera despacio, sin romperse,
y vino a detenerse cerca de una gallina que estaba "clueca"
incubando sus huevos.
Ella lo acercó con el pico y lo colocó con los otros.
Le dio calor como a los otros y al cabo de 21 días,
eclosionaron los huevos y salieron los pollitos.
Con ellos creció, fue "a la escuela de los pollitos"
donde aprendió todo lo que saben los pollos.
Pasó el tiempo y crecieron todos,
pero como no hay espejos en su mundo,
su corazón de gallina no le hizo verse diferente.
Y así en aquella granja, al pie de la montaña, vivía.
Un día alzó la vista y vio sobre ellos en el cielo
un ave enorme que volaba majestuosa en círculos.
Quedó maravillada...sintió algo que no entendía.
¡Quien pudiera volar así! Pensó.
No podía ni comentarlo con sus hermanos.
Se reirían de ella o la tomarían por loca.
Y creo que siguió toda la vida en el gallinero
porque es lo que había aprendido:
en la escuela, en su familia
y en la televisión del granjero...
porque la granja era "veintetreinta": modernísima.
La granja del futuro: Vaya.
Pero este texto no salía en los telediarios
de ninguna cadena de TV.
Deseo que desde este blog llegue a ti esa llamada
de tú verdadera naturaleza.
Esa que nace de las corazonadas.
Lo que es igual: Las evidencias de tu corazón.
Y este año del Conejo, dejarás de hacer vuelos rasos
y te dispararás hasta el Infinito,
de donde viniste.
Mas allá de donde habita el Cóndor o el Águila Real.
Junto a PadreMadreDios,
del que somos una chispa.
Eso sí, tenemos que reencontrarnos,
mirando muy al fondo del corazón que es
un reflejo de Sol Central de la Galaxia.
Y haremos lo que está en nuestra verdadera Naturaleza.
© GatoFénix