© Ángel Pintado Sevilla
A veces un sólo árbol lo dice todo.
Era en esta incipiente noche de Jueves Santo.
Yo caminaba solo con mis pensamientos hechos palabras
sacadas de sensaciones actuales y de recuerdos...
de otros días tal como hoy: tan distantes como distintos;
tan iguales, que desaparece el tiempo y en este instante te ves
internamente, quieto ante este árbol como de una premonición
de crucifixión inminente de Yeshua o Jesús de Nazaret.
La luna en la enramada derecha como un punto de fuga,
sobre un oscuro mar de nubes grises,
que anuncian la noche que sobrevendrá,
tras, la Expiración "en punto",
del Amado Maestro.
Justo, al medio día.
He caminado horas solo
cociendo las palabras que ahora escribo.
Una pesada carga, porque siendo pocas
las encontraba tan costosas de subir a la cima del papel,
como si se tratara del mítico Sísifo
(que he mencionado alguna vez).
Son fechas recurrentes.
Ciclos que se nos dan dentro y fuera del cuerpo,
dentro de nuestra mente y ,sobre todo,
dentro de nuestro corazón;
cada vez más viejo y más cansado,
aunque tales fechas resuenan en él,
siempre igual...
desde que tengo uso de razón.
como si entonces mi corazón ya fuera "viejo".
En mi casa eran días de luto.
No se "prendía" la Radio.
Y había una gravedad en el rostro de mi madre
que translucía un dolor sordo; dolor...
como de una infancia triste, irredenta.
Identificada con el sufrimiento del Nazareno
y que, por suerte,
algunos años vimos procesionarlo en Cuenca
por la calle Palafox antes de llegar a Carretería
(Cerca del puente de S. Antón y la Iglesia de
la Virgen de la Luz)
desde un balcón;
y en un silencio tan sepulcral,
que hasta se podría cortar,
como cuando nos repartían una torrija borracha,
de las que había en la bandeja de la cocina.
Aquel sabor a canela, leche y miel sobre la torrija
nos parecía casi pecado venial,
de esos que al lavarse uno las manos
queda libre de toda "pecajosidad" pegajosa.
Por eso:
Al ver este cuadro de mi amigo Ángel Pintado Sevilla,
se me prenden los recuerdos de tal día,
como los cirios titilantes de los penitentes;
porque, en aquel entonces,
incluso podría encontrarme entre las preciosas "manchas"
de color y quietud silente que transmite toda "su obra",
que es, eminentemente belleza espiritual.
© GatoFénix y
Ángel Pintado
(el autor de la ilustración)
© GatoFénix
Foto de mi regalo del Cielo en un paseo por el campo.