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Volando 2
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Posada
La sombra de la mariposa.
Me acerqué a recibir el Sol
en un cerro.
El aire limpio
la mañana en calma.
El cuerpo tibio
el alma despierta.
Los ojos clavados en mil sitios:
lejanos infinitos
cercano ahora.
Todo cambiando en su quietud
porque andaban volando mariposas
en el panza del cielo
esta mañana.
Olía más que nada, a silencio.
Algunas parejas habían subido
en sus motos para recortar su abrazo
en un fondo azul primavera.
Todo era quieto menos las mariposas.
Danzaban en sus cosas, mariposeando,
haciendo la corte volando en tirabuzones nerviosos
y les pedí que se acercaran.
En serio que lo hice mirando un par de ellas
que iban y venían dando vueltas
como si nada fuera tan importante
como estar en ese momento de disfrute.
Casi me hipnotizan después de un rato.
Me senté en una piedra y sólo miraba.
Se cargaban mis ojos de una energía nueva
que me mantenía sereno, en calma.
Perdí la cuenta del tiempo.
Lo medía por gente que iba y venía:
pequeñas familias
y parejas mayores que otra vez subía a ver
desde la altura de sus vidas,
cómo es aquello que ellos vieron
a solas y a escondidas
hace mucho tiempo.
Me levanto y veo que, delante de mi,
sobre una piedra,
se ha posado una mariposa.
Y al paso otra, por ese instante bendito
que es la vida,
la fotografío volando...
dejando en el suelo pintada fugazmente:
su sombra.
Y en ese momento pensé:
Es el retrato de mi vida.
Efímera y fugaz,
como la sombra de una mariposa volando.
Y ahí dejé otra vez todo el paisaje
lleno y vacío:
de cosas, de gente,
de sensaciones,
de presentes pasados,
y pasados presentes...
siempre ahí
siempre cambiantes.
Sobre la piedra estable y duradera;
La efímera sombra de una mariposa
en vuelo.
© GatoFénix
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