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13 enero 2024

364 - Un extraño entre los próximos.


"El Sol...como podéis observar es RECTANGULAR
con unas pequeñas líneas negras que ..." © GatoFénix (1988)
...




Extraño entre los próximos y... 
próximo a los extraños.

Siento una sensación de ausencia cuando,
en círculos, teóricamente, afines,
hay un silencio y una mirada al tendido, que
en lenguaje taurino describiría así:  
Es cuando el maestro va a la barrera, cuando decide
cambiar de suerte, y se acerca a la barrera
a por los trastos de matar,
con el pie derecho en el pescante...
un ojo en el toro y el otro en el tendido.
Comprendo al pobre animal como nadie puede imaginar.

(Nunca fui a una corrida de toros,
aunque en casa algún verano por la tele en blanco y negro,
vi algún trozo, comentado por Matías Prats.
Que lo mismo daba que retransmitiera, un partido de fútbol  
que una corrida de toros en las Ventas.
 Era un gran profesional de la radio. Y a mi me gustaba la Radio)

No tengo nada en contra de los aficionados;
incluso tuve un conocido en mi juventud, que quería ser torero
y que lo apoyaba "El Calatraveño".
Él era del sur de Francia, puede que de Arlés.
Pero no sé si llegó a debutar como novillero.

Describiendo esa mirada, como de despiste, me encuentro.
Es muy frecuente darte cuenta de esa situación.
Sabes que hay una barrera infranqueable
en la que se huele una extraña muestra de: 
distancia, incomprensión, desprecio, y como que es 
un claro compromiso ese encuentro.

Se da en el Supermercado, donde ya todo producto va pasando
y el lector con un pitido anota su precio. 
Quien te atiende, está pendiente de que aquello se contabilice
y sólo al final te dice: ¿Al contado o con tarjeta?.
La mirada es en distinto lugar pero es la misma sensación.
 El denominador común es que eres:
un extraño.

Lo sientes en todas partes y te cohibes.
Ya no hablas nada y ves que te rodean seres ajenos,
 aunque fueren cercanos o de la familia,
porque andan "en otra cosa".

Hoy me senté a escribir esto porque veo que no es algo casual
sino que va arreciando con mucha prisa y estoy
aprendiendo a estas alturas, 
a desaprender lo que siente y sabe mi alma,
por eso creo que he sufrido tanto desde que encarné.

Agradezco haber entendido que yo no era así.
Veo que ser: humano, conversador y afable ...
terminaba siendo parecido al predicador Clint Eastwood, 
en una película del oeste.

Duele esa extrañeza porque sabes que:
 Todo lo dicho;
Todo lo hablado;
 Todo lo conversado.
Ha sido inútil y contraproducente.

Años de inutilidad.
Los otros, parapetados de una ignorancia inducida, pero aceptada;
con la chulería y con un desprecio a lo real, 
al conocimiento y a la real naturaleza del ser humano:
Chispita de Dios, en un cuerpo perfecto, para explorar la Tierra:
Experimentar la vida, que es 
mucho más que aquello que han utilizado 
para seducirnos y someternos...
a la peor esclavitud:
 La del placer y la culpa,
en aras de "las máximas":
"Haz lo que quieras" 
"Eres libre" y...
"Ya estás perdonado"
(si el público levanta el pulgar)
y así, puede que más de cinco mil años...
en esta "rueda".

Un abrazo a quien entienda.
Un abrazo "fraternal" a quien sienta...
que todos somos hermanos y por tanto
la misma Esencia.
Todo sigue un Plan Divino
y es: 
Puro Amor Incondicional

© GatoFénix







363 - Frío y viento: frío nuevo (II)

 

La ventana de la derecha era esa ventana que se abrió. 

Zafrilla (Cuenca)




El viento siberiano que nos aqueja
estos días,
han puesto, sobre el respetable,
la cometa del invierno soberano.

Este frío nos contrae
y nos deja los sentimientos,
lívidos.
Esta enorme falta de calor
hace castañetear los dientes
y aletear la boca del estómago,
sin control.

Sobra el aire y falta la respiración.
Entreabrimos la boca porque
las fosas nasales se cierran en banda
impidiendo la respiración normal
nos encogemos de hombros
y a duras penas nos alimentamos
con una leve respiración clavicular de jadeo.
 Viene el recuerdo de aquel invierno
en Zafrilla, Cuenca.

Vuelve otra vez a abrirse,
con enorme estruendo, 
partiendo la noche de mi infancia en dos,
...aquel ventanuco de madera gruesa y maciza
y rudos goznes, que me sobresaltó al abrirse
aquel invierno con 3 años,
y por lo que supe, tempranamente,
del pavor que le daba mi padre, el viento.
(Quedaba pensando ¿qué terror lo habría marcado?
Nunca lo supe)
...Quedaron algunos copos de nieve
sobre la última manta de mi cama.
Desde la trinchera del colchón de lana,
hundido y embozado, recibí aquella ventisca
que llegó hasta la mitad de la estancia.
Mi cama parecía un Belén,
y en el abismo de mi izquierda,
sobresalía de la negrura de la noche,
un puñado de nieve sembrada a voleo,
como un cañonazo blanco de fogueo
de una andanada;
y al lado, bajo la cama de mis padres,
brillando la panza del orinal con el asa,
como a menos diez,…sobre él, cayendo
los flecos de la colcha como "bolillos"
o como las pequeñas pesas 
de un reloj de cuco.

Aquel miedo en estado puro,
vuelve de vez en cuando...
recordándome la impotencia del hombre
ante las inclemencias de, un tiempo atmosférico,
sin poder dominarlo nadie.

Pasamos el viento en un "¿Qué hacer?"

Las hojas caídas, el pasado otoño,
revolotean o se esconden por los rincones, 
o a las entradas de las casas,
algunos instantes…
Vuelan en círculos, revolotean
como mariposas de obleas tostadas…
o caen;
Tropiezan con las cosas
o las rodean;
Son trozos del pergaminos viejos
fuera de sitio.

Caer al suelo es
un ejercicio de humildad, o 
la humillación de la derrota.
Andar arrastrándose como por un rastrojo:
una locura sin control.

Es difícil vivir el tiempo del viento.
Parece que, sin respeto alguno,
nos cala el cerebro y nos alisa
las circunvoluciones del córtex.
Como si lo dejara plano y...
aterrizáramos luego, refugiándonos,
en esa nuez del fondo que nos queda, 
de reptil;…y ya con eso,
no somos nada; 
somos:
"lo que queda de nosotros",
que decía mi padre, de sí mismo, 
en su vejez.

Hojas arrastrándose volantonas y frágiles
esperando el aguacero definitivo
que nos macere;
nos enfangue y nos pudra
para ayudar, con esa cosa viscosa:
légamo,  para el crecimiento de nuestros hijos;
nuevas plantas: los nuevos vástagos,
en una nueva, permanente
y hermosa primavera;
alegre, amorosa,
verde y rosa...
que pronto llega.

© GatoFénix (“Por S. Blas la cigüeña verás”)





Parece que interesa.

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