- Peregrinos en Lourdes (I)
Publicado el 26-07-2011
Después de casi ocho horas de peregrinar,
ahí estaba a la puerta de los baños,
por fin, Lourdes.
Creo que, desde niño recuerdo,
añoraba este viaje.
Mi madre me trajo una imagen fluorescente
que me desvelaba algunas noches
hasta que el tiempo iba desgastando
el brillo cerúleo-aventurina
y yo cerraba los ojos para entrar
en mi mundo personal e intransferible
de cada fin de jornada: el sueño, la noche.
Ahora estaba allí con la sensación
de no haber viajado buena parte de la noche
y del engorro de dejar el coche
colocado milagrosamente en el garaje del hotel.
Era un bodoque mugroso en el que cabían,
dos coches grandes, uno pequeño y una columna.
Fue laborioso colocar en aquel "confetti"
el vehículo, sin enmiendas ni magulladuras.
Bueno, pues a pesar de todo eso
y las tres vueltas al ruedo, como José Tomas,
hasta encontrar el Astoria Vatican, en Lourdes
muy al "loro del Navigón", pero sin oreja.
Todo eso y subir las maletas a la habitación,
previa charla en" políglota venido a menos"
con la dueña y recepcionista.
A pesar de todo esto me encontraba
milagrosamente descansado.
Como si no hubiera hecho tanto kilómetro,
llanero solitario y montañero.
- Nos pararon unos guardias,
con el canuto de soplar lo de la alcoholemia,
y al vernos tan lozanos, volvió a enfundarlo
en la bolsa de plástico para no desperdiciar
un "chiflo de esos": Sigan, sigan. Buen viaje -
Hube de esperar dos horas.
Llegué el primero y después
un ciudadano romano.
- "Tiene cara de gladiador" -
Primero, en silencio nos mirábamos,
hasta que con la cosa de mirar al reloj
y que le dijo algo a otro italiano
intercambiamos alguna información,
con circunstanciales propios
de la situación comunicativa.
El contexto variopinto daba mucho en qué pensar.
Sobre él no se hablaba;
era un hecho inapelable.
Transitaba ante nosotros el dolor humano
en pequeños carritos, como coolies,
cargados con algún enfermo;
los pacientes, envueltos en esperanza,
en fe,
en desconcierto,
en miedo,
en desesperanza;
algunos,
reflejaban distancia y despedida
a la espera del viaje definitivo.
La enfermedad y el infortunio no tiene edad ni sexo.
Había niños y niñas, adolescentes, hombres y mujeres;
todos impedidos y maltrechos, atendidos
por unos voluntarios dulces, solícitos y
amorosos.
A la hora, nos pasaron al recinto.
Hacia algo más que fresco, y yo en camisa.
Nos sentamos en bancos a la umbría;
estuve sometido en ese cobertizo a la corriente de aire,
y pensé que ya sería milagro que no enfermara
- pensamiento que rechacé enérgicamente
y elevé una oración -
Empezaron con el primer rosario, en francés,
por megafonía
- misterios gozosos -
Participación cada cual en su idioma.
Recogimiento.
Silencio
Paz
Se entona una Salve Regina.
Todos cantamos.
Segundo rosario en italiano,
- misterios gloriosos -
Unas invocaciones y las instrucciones,
en todos los idiomas del mundo
- menos en español -
Nos empiezan a pasar por orden,
primero los de las camillas
o sillas de ruedas...
religiosos y curas...
ya nos toca a nosotros;
ya pasamos a la antesala del baño
Ya, tras las cortinas oímos
la inmersión en el agua milagrosa.
Expectación...
Recogimiento...
Silencio.
© GatoFénix
- Peregrinos de Lourdes (II) El agua milagrosa.
Publicado el 30-07-2011 13:28
Pasamos a la antesala de la pila.
Había tres sillas y unas perchas
enfrente una camilla
en la camilla un enfermo muy joven,
a veces gritaba y aleteaba con los brazos,
al lado unos voluntarios sonrientes
le van quitando los zapatos.
Tampoco hablan español.
En gestos me dicen que me quite las ropa,
a mi lado izquierdo una silla vacía,
a su lado, mi compañero el romano.
Él se queda en gayumbos,
lo que decía: le falta un rediario
y a él una espada corta (gladius)
Yo llevaba un bañador como calzoncillos.
Esperamos.
Un letrero da instrucciones
hasta en español.
Son sugerencias, oraciones,
invocaciones ad hoc.
Frente a nosotros, clamado,
el joven paciente parece
un ángel lisiado, que su semidesnudez,
deja ver una sonda en el vientre
y un cúmulo de infortunios,
en todo el cuerpo, inmerecidos.
Cuelgo mi ropa y entro en un despiste global.
Es un caos de sensaciones y sentimientos
que me hacen olvidar mis peticiones.
Hay paz en aquel sitio.
No hay desesperación.
Es un camarote justo y lleno
pero no agobia.
Más que pedir por mi,
he venido a dar las gracias, pienso.
En mi ya se produjo el milagro,
ahora vengo a lavar los tejidos.
Es la piel y las mucosas,
nuestro papel de regalo.
Un envoltorio frágil que a veces
no apreciamos.
El tiempo y las secuelas
de los infortunios nos estampan.
Máculas, rugosidades y rotos;
rotos o descosidos del traje
que luego hay que volver a remendar
- no hay puntada sin hilo que de Dios -
y en el zurcido ya hay milagro
aunque nos sorprendamos más
de un nuevo talón,
en unos calcetines de hilo
llevados a las Monjas Carmelitas.
Me avisan.
Me levanto
Me dirijo a la cortina y
ante mi la bañera de granito.
Me desnudo tras una gran sábana blanca
y me la ciñen como una falda.
Está mojada y parece de lino;
dos hombres, uno a cada lado
me cogen de los brazos;
desciendo tres escalones.
Frente a mi una imagen de la Inmaculada Concepción,
parece fluorescente, como la de mi infancia,
la que me trajo mi madre.
Me sueltan los brazos.
Uno las manos e inclino la cabeza unos instantes.
Vuelven a cogerme por los brazos;
me sientan y me levantan;
me sujetan.
Doy gracias a Dios.
Vuelta y me ayudan a salir de la pila.
Una vez fuera, me desatan la sábana.
Me pongo el bañador y salgo.
Pregunto por una toalla.
No hay.
Ellos ya están a otra cosa,
siempre sonriendo amablemente.
Para nada estúpidos;
francamente bondadosos.
Empapado como estoy, me visto.
El agua estaba a doce grados,
sin embargo no siento frío,
tampoco tengo sensación de humedad.
Me toco sobre la ropa
y me extraña esa sensación
que no puedo contaros,
la de estar como seco sabiendo que estoy mojado,
y desde luego, sin frío.
Camino al exterior.
Salgo del cobertizo hacia el sol que despunta.
No tengo palabras.
ando confuso hasta que
mi mujer y mi hija
me encuentran.
Ellas venían del baño de las mujeres.
Yo iba a llamarla al móvil
y antes de descolgar
me llaman y me abrazan.
Ella dice que ha llorado un poco.
Yo, en algún momento,
sólo hice pucheros,
pero me sobrepuse - le digo.
- ¿Es de emoción?- dice que le dijo otra mujer.
Ella afirma con la cabeza.
Y veo que está muy guapa.
© GatoFenix - Vuelta de Lourdes (III)
Publicado el 14-08-2011
Estuvimos el tiempo justo,
tocaba desandar lo andado.
El hotel Astoria hizo su servicio.
Nada de tirar cohetes: lo justo.
Suspendía en limpieza
y casi no se puede calificar
lo que llamaban parking.
El garaje era una alhacena cochambrosa
donde después de hacer mil maniobras
colocamos el coche como en un puzle de ventanita.
Sacarlo, fue otro poema de Góngora, por lo menos,
en aquello habían colocado tres coches
jugando al corro en torno a una columna.
El día se presentaba fresco, neblinoso,
y del cielo caía una lluvia fina
que traía olor a campo mañanero.
El Sol daba una luz preciosa, entre bambalinas.
Bonitas carreteras secundarias, llenas de pueblos pequeños
que surgen entre los maizales
de un verde esmeralda brillante, y así
nos fuimos acercando a los Pirineos.
Las vacas salpimentaban los prados
de las laderas con ese aspecto
como de tener un conocimiento certero de las cosas.
Después de los Pirineos: España. Todo bien.
Veníamos con montones de experiencias recientes
y una y otra vez, entre silencios,
pusimos en común algunas cosas.
Lourdes en si, para nosotros
es la zona del agua y sus aledaños.
Salir del recinto, es entrar en la vorágine
cutre del comercio oportunista y trilero.
A buen ritmo, en unas horas,
dejábamos Huesca al un lado
y enfilábamos los Monegros
con su toque agreste de soledad
bajo un sol de justicia que nos hizo
al poco, un recortable de Zaragoza,
allá a lo lejos, como Dios manda,
sin tocarla.
Cerca de Calatayud, el coche
escupió la quinta, sin previo aviso.
Hice otro intento de subir la palanca
y...fuera, de nuevo.
La palanca se quedó en cuarta.
La cara también se me debió de quedar
más o menos.
Me acudieron todos los miedos
sin dejar uno
y me debieron descomponer la armonía,
de eso que se te olvida respirar,
como si pudieras vivir ahíto.
Un poco más adelante,
con un gran estruendo, oímos caer al asfalto
alguna parte del motor, como si le sobrara.
Aquello no pintaba bien.
Tiempo de tomar decisiones como
"Jimmy Neutrón"
La familia, las maletas, el trastorno,
la calor, el sofoco, la familia, el lío..
y todo junto hace que llame por teléfono.
- ¿Fiat de Guadalajara?...
- Sí.
Le cuento parte de este suceso y que estoy en ruta
a una media hora de allí...
-"...Sí va bien en cuarta, continúe...
Si para, es probable que no pueda mover el coche"
- Gracias. Muy amable.
Mar de dudas en aquel erial.
"¿Llamo al Race?"
"¿Sigo hasta donde pueda y luego llamo?"
El coche, a todo esto, iba en cuarta, pero
milagrosamente bien.
"Es fácil que, tal como están las cosas,
que sobre la quinta" - pensé como antes.
El mecánico no lo creía, por eso me aconsejó seguir,
aunque parezca una incongruencia.
Empieza a oler como a regaliz
y la mujer y la hija, más finas de oído,
oyen como si fuéramos arrastrando
una chapita por el asfalto.
Continúo y con la sensación
de haber encogido dos tallas,
avistamos "puerto".
Pasamos de largo Guadalajara
y llegamos a nuestra casa en Alcalá de Henares.
Descargamos con el coche en marcha.
Al finalizar paro el motor y lo vuelvo a arrancar.
En efecto la palanca de cambios
amenaza con no engranar la marcha atrás.
Llamo a mi mecánico...Hoy no trabaja.
Lo dejo en la puerta. Mañana será otro día.
Gracias a Dios hemos llegado bien.
Hoy, día de Santiago, aquí en Madrid, es festivo
y está todo cerrado; en Castilla la Mancha,
como si fuera otro país, no es festivo.
No hay nada como sentirse en casa;
comer tus comidas y dormir en tu cama,
sin embargo pienso que volveremos.
© GatoFénix
- Reflexión final. Lourdes (IV)
Publicado el 22-08-2011
Después que ha pasado un tiempo,
a modo de conclusión, cuento mi historia.
Una y otra vez vuelve esta imagen
frente a unas rocas, en silencio,
dejando pasar unos instantes,
a veces minutos, absorto.
Hay cosas que no se pueden contar,
otras, sólo se bosquejan.
De todas ellas, una de las difíciles
de verdad es relatar un milagro.
Un milagro rompe la secuencia,
irrumpe en un momento,
sin poder atestiguar su gestación, o no ¿Quién sabe?
No hay un espacio-tiempo
en que apoyarse. Sólo, sucede.
Percibes un cambio radical en algo,
cuando ya estabas atenazado por el miedo
y no sabías qué hacer...
un milagro es como un relámpago...
sin ruido.
Un destello en tu interior...
como cuando te vas.
La primera vez que lo notas, puede
que ya hubieras perdido las esperanzas
y al lado de la resignación
aparece.
Por eso, la imagen se presenta
una y otra vez, pero no hay más.
Nadie lo sabe y quien llega a saberlo
no se da por enterado,
o no lo cree.
En parte es una liberación,
en parte, un cargo pero
"es de bien nacidos ser agradecidos"
y me gusta dar al César lo que es del César
y a Dios, lo que es de Dios.
Debo decirlo en estos tiempos
de visita papal y multitudes;
donde se escuchan afirmaciones contundentes,
no sé si "ex cátedra"
o con la Infalibilidad Propia,
de que nadie puede "salvarse fuera de la Iglesia"
Será que conmigo, Dios
- al menos ese Jesucristo que es mi referente -
ha hecho una excepción.
Vivimos tiempos de gentes "empanadas".
Masas ingentes de empapados
de colectivas empanadas mentales,
"arreglando el mundo" con eslóganes:
incultos hasta la cepa
y modernos de salón
- Shalom Malecum -
buscando remedio al hombre,
escrutando las instituciones
desde ese observador omnisciente
cargado de razón
- otra infalibilidad ex cátedra ,
si me lo permiten -
Y si no, remedio al hombre,
al menos una explicación "razonable" en asamblea
- se juntan en corros sobre todo
y algunos entran en trance -
Es lo más de lo más.
Conocerán los orígenes de la asamblea.
Hoy día hay asambleas por doquier.
La asamblea griega...
La asamblea eclesial...
La asamblea sindical...
Unos y otros.
Víctimas y verdugos... según el bando.
"Por sus obras los conoceréis"
La humanidad es un muelle
recurrente.
¿No conocen los Hechos de los Apóstoles?
¿Las asambleas de los primeros cristianos?
¿las confesiones públicas;
el pecado de simonía y su castigo?
Más parece este espectáculo
un fuego de campamento,
de la Falange o los Scouts,
o de cualquier "cofradía";
Un patio de recreo con juegos escandalosos e hipnóticos...
¡Al corro de la patata
comeremos ensalada,
lo que comen los señores:
naranjitas y limones...!
¡A chupé!¡A chupé!
Sentadita me quedé.
"La masa es acéfala", he leído.
Nada como ser un líder manipulador, oculto y sibilino.
La asamblea diluye responsabilidades.
Y para poco más vale lo del corro de los corros:
"El corro de la patata": siempre.
Y "de patata me quedo",
como estupefacto, vamos.
Leo, en otra parte, que han renombrado
la provocación y el insulto
con el seudónimo de "paz activa",
y se quedan tan anchos.
"Babel-City" (otra palabra mía) ha rizado el rizo.
No sólo se ha llegado a la confusión de las lenguas,
sino a la confusión de los conceptos
y "llagados"(heridos) por la incomunicación y el vacío,
sólo queda la respuesta del cerebro
primitivo de reptil.
También será milagro
salir de esta.
© GatoFénix