1995: Y todavía subiendo y bajando...
I
Era aquella fecha, una mañana llena de despiste.
Nunca se me dio bien, manejarme por Madrid,
Pero tenía que llegar a una dirección y llegué,
aunque no sé cómo. ni recuerdo la dirección.
Iba a mi 1ª Iniciación de Reiki, que desconocía.
Deberíamos estar varios aspirantes.
Todos faltaron por diversas razones justificadas.
Nos encontramos solos: La Maestra y yo.
Después de un preámbulo muy interesante
lleno de explicaciones y de bonita historia
dijo de llevar a cabo la primera Iniciación de las cuatro que son.
Así luego a la tarde la segunda parte del curso
y al día siguiente igual, mañana y tarde.
Terminada la cuarta sesión dijo que recibiera
una sesión de esta terapia: Reiki
Puesto en la camilla comencé a recibir la energía.
Al poco, ya estaba dormido profundamente.
Y al terminar me avisa para despertarme.
Y me despierto como si saliera de un pozo
o como si hubiera resucitado.
Una vez incorporado y recompuesto.
Bebo agua y nos sentamos para concluir el curso.
Me pregunta que cómo me he sentido y le cuento:
Estaba en campo abierto. Sólo algunos arbustos,
algunas plantas pequeñas, un tanto desértico,
con piedras de un tamaño mediano
predominaba: el amarillo el dorado y el ocre.
Y le cuento a la Maestra, Marta M. lo siguiente:
He visto frente a mi una escalera espaciosa,
de escalones blancos que subía y subía
hasta entrar en las nubes y yo todo el tiempo
he estado subiendo y subiendo...
y no he llegado al fin.
Ella se quedó callada un tiempo.
Luego dijo: "Jose María...
Esto no es la primera vez que lo has vivido.
Esto es algo conocido por tí".
Pasé años con esa imagen, de subir y subir...
Luego he visto que es esa escala ahí dibujada
y que representa la "Escala de Jacob".
© GatoFénix
II
Salí de ese ensueño, que desconocía
como si hubiera pasado a otra dimensión y volviera.
Esas cosas que no olvidas porque no sabes
en el pliegue de que parte de tu alma se han quedado
dormidas o como perdidas en ese baúl del tiempo que es uno
y sin embargo parece cambiante y nuevo cada vez.
Realmente hay sueños en ese vacío, en el que,
mira si te digo, parece que no respiras.
De hecho, en ocasiones
parece que tomas todo el aire de la habitación
porque ya estas hueco y vacío, viviendo en ese otro lado
que siempre está y que casi nadie reconoce o ignora
y parecemos entes de gasa tras unas bambalinas
esperando salir a escena, sin saber.
Desde el desconocimiento que proporciona
la física racional impuesta, sabiendo;
mejor dicho, sintiendo que no es así.
No sabes en esas situaciones si debes volver
o quedarte en esa escalera;
en mi caso, ascendiendo sin llegar a ningún fin.
Pasan treinta años de los nuestros y es un instante.
Estás ahí. Vuelves a estar ahí,
en esa nebulosa de paz y armonía dorada;
Perenne en la memoria...
y no recuerdas, hace un rato,
dónde dejaste el móvil
cuando fuiste a la cocina a beber agua.
Fascinante misterio esta vida "de gasa" que,
sin consistencia alguna, nos sostiene por un tiempo
más cerca de un vacío que de un algo sólido.
Un lugar bien extraño para mi, donde
hay "abrazos sin tiempo" que perduran
en los "tiempos sin abrazos"...
Todo... fuera de toda comprensión humana.
Ya no sabes si es el amor algo intangible
cuando recuerdas el primer abrazo a tu hija,
su primera sonrisa,
con los ojos cerrados, sabiendo,
que te ve en su corazón
como si de un barco perdido fuera,
al encontrar el faro de luz que le diga:
"Has vuelto a casa".
Luego...hasta eso se olvida...y comprendes menos.
Qué distinta sensación
cuando vas en las escaleras mecánicas
en una estación de metro o de ferrocarril.
Todo: denso, oscuro, penumbroso, incómodo...
Lleno de "vacíos" y "sujetos pasivos" que,
por la gramática,
vegetan recibiendo la acción de un ablativo agente
y así transitan, deambulan o son parte
del escenario.
A porta ínferi.
Es otro mundo ciertamente, pero no sé
cuántos vivirán esta experiencia...
y la comprendan.
Uno las palmas de mis manos, inclino mi cabeza...
"Os honro y os digo:
Gracias"
© GatoFénix
Campus Universidad Cristiana de Abilene Texas (Estados Unidos)