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16 febrero 2022

134 - No quiero ser *inofortuno.


 No quiero ser *inofortuno…Publicado el 13-06-2011 

Ya sé que irrumpir así
justo cuando, a lo mejor, no toca,
inmerso en una audición retrospectiva
de Leonard Cohen,
con ese cobertor que es la noche…
No quiero ser *inofortuno.
Venir con el petate de mis cosas
a tu casa, sin excusa alguna,
no tiene perdón de Dios.
A quién puede importar mis pensamientos:
ese discurso interno con “pase per nocta”;
Cada cual, tiene bastante con lo suyo
y con los suyos. Que,
cómo puede hacer tanto una "ese" final.
Escucho a Cohen, aprovechando eventos
por su reconocimiento tardío a mi entender
y viajo;
de viaje como esta mañana en mi moto,
a treinta años por hora hacia el Sol presente...
Pasando la mirada como una brocha
por el espejo retrovisor donde las arrugas se alisan.
Así, a diestra y siniestra, mirando de soslayo,
de hito en hito, el horizonte cambiante
por retorcidas sendas o el camino andado,
la huída de Horche en los atrases,
encaramado en una loma fisgona
flotando en un olor intenso a jara.


La frialdad del cristal del recuerdo
estremece como una mandolina enamorada
con un puñado de cuerdas por tocar
y un manojo de "tequieros" en una mañana
repleta de largos y frescos besos...
Por eso, por todo eso
no quiero ser *inofortuno.

El tiempo de "caer de la higuera"
es un tiempo afortunado.
Juventud; miel sobre hojuelas.
Y el corazón a galope tendido.
Tendido, o de pie, en la vieja K100
o en el asiento de atrás de un coche.
A galope tendido
lleno de versos y cubierto de besos,
miles de caracoles tibios recorriendo el cuerpo
hasta el escalofrío...




Tiempos de Aleluya
como para no despertar del sueño.
Racimos de notas robadas,
vendimiadas a dos manos entre las pámpanas
de un teclado, por un loco poseso de viento
y de rayos de arco iris.
Otro hombre ahogando a quejidos una armónica
y una guitarra calada hasta los huesos
marcando nuestros pasos
hacia el fondo vacío del hombre,
la soledad y el amor,
llenándolo todo de música...
y poesía.





Pichicato de unas caderas desnudas.
Mandolina oriental al fondo.
Anacrónico espectáculo
en tiempos ajenos, alienantes y desafortunados.


Lo nuevo de ayer sigue siendo nuevo.
"La cosa intemporal" que te deja muerto
y te aleja del cutrerío concomitante del presente.

Estamos en tiempos imperdonables.
Hombres que niegan evidencias:
camino de la locura.
La locura del odio:
reverso tenebroso del amor
hasta el esperpento del sin sentido.
Insisto…
No quiero ser *inofortuno pero
desafortunadamente, ver,
es lo que tiene.
Oír y callar:
lo que conviene.

© GatoFénix – No queriendo ser *inofortuno…



© GatoFénix



   


133 - Asincronía con la recreación.

 





Los años se suceden y vamos 
sincronizados con el tiempo.
Necesariamente nos movemos o nos aquietamos,
(como todo ser vivo)
al ritmo de la luna.
Circulamos 
en torno a un vacío 
amarrados a los otros 
con las manos amorosas 
que nos han sostenido o nos sostienen, 
libres de ataduras,
inmersos en un remanso de paz 
o en una vorágine de los hechos que pasan 
por nuestras cabezas, soñando, o frente a nuestros ojos,
borrachos, 
del movimiento de la Tierra.
El Sol, cada día, 
nos mueve a actuar llenándonos los ojos
 de vida.
Cada vez... 
nos pesa más el tiempo, 
pero las vueltas siguen monótonas
como las manecillas de un enorme reloj mecánico.
Cada vez 
tememos padecer asincronía, 
porque vemos, 
que somos un verso de "pie quebrado" 
en el soneto oficial, que difunden,
los voceros oficiales, 
que son los encargados de "recrear" la Creación.
Todo Misterio 
es ocupado por un lodazal de pensamientos egoicos;
no menos misteriosos (en minúscula) que la propia Creación.
Por ello, se mata 
y se persigue a los anacrónicos como yo;
y si no, 
se nos descalifica, que es casi más cruel,
 y constantemente 
nos recuerdan, 
miles de veces, 
de todas las maneras posibles,
que es a ellos 
a los que les debemos la vida, tan frágil,
y no a Dios.
 
© GatoFénix







Parece que interesa.

355 - El que tenga ojos para ver... "Auroras Boreales Realmente".

  S. Mateo 13:9-16 RVR1960 El que tiene oídos para oír, oiga. Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas ...