Ella sabe que
algo me pasa.
Gime y hace como que me ataca;
Retrocede y gruñe; toca mi tibia con su nariz
y me mira.
Sabe que estoy triste y se me sube a la pierna.
Nos miramos.
Nos compadecemos.
Y sentimos la soledad de cada uno.
Hay una especie de abandono sufrido.
- Nadie lo aceptaría, como pasa con las
evidencias -
Se pasea por encima de mi con sus patitas
livianas,
mientras parece que llora como un bebé.
No sabe qué hacer y yo tampoco.
Espera que le diga algo.
Pero, callo.
Y debo retirar la cara porque
intenta lamerme la barbilla.
Espera que le arroje su hueso de juguete
y lo deja junto a mi pie.
Me mira.
Vuelve a pasearse y va a la puerta del patio
a rascar el cristal para que le abra.
Se sube a mis piernas y me lame la mano.
Creo que le pondré el arnés y
saldremos juntos a la calle para que olfatee
su territorio próximo y se distraiga.
No sé si pensará,
y si piensa...lo que pensará.
Al menos, caminaremos
como el burro en la noria
con los ojos del entendimiento, vendados
por un tiempo.
© GatoFénix