San Antonio Abad (San Antón)
El fuego: ese limpiador que transmuta las materias.
Nada deja indiferente, el fuego.
Después de pasar por él, nada queda aparentemente igual.
Todo, todo es diferente.
Nosotros quedamos impactados por ese proceso
al observar nuestra exposición a él.
El calor fluye en imágenes:
inquietas, fulgurantes y bonitas.
Nos llega desde la superficie de la piel
y se asienta en el fondo de nuestra ánima.
Algunas veces son: ilusiones ópticas, tal vez;
o, luces, tan fugaces, como perennes.
Impactos que se mantienen toda la vida.
De esas imagenes del fuego... viene,
todo un tropel de "cosas" por "simpatía":
Las lumbres de nuestra infancia junto al puchero;
las estufas de tarugos con su colorete;
su chapa al rojo y una breve barandillas de metal...
(como protección);
las comidas con amigos junto a una chimenea.
Las hogueras marcaron nuestros tiempos:
El día diecisiete de enero, San Antón, mismo.
A la noche, se prendian hogueras
en muchos puntos (plazas o calles) en los pueblos.
No había asfalto y sobre el empedrado o el adoquinado
se montaba aquella celebración.
Se amontonaban gavillas, o cepas y algún trozo de madera
que fuera parte de un mueble roto.
Las llamas que llegaban más allá de los tejados.
Y aquello con ese color y ese calor...
es indeleble.
(Lo estoy viendo)
En otras fechas del año, en diferentes lugares,
se prenden hogueras.
Ellas son las luces que anuncian el fin de algo
y el principio de otra cosa.
El fuego es: "Aire, luz y calor..."
Una llamada a la vida: "una llamarada".
También tiene un ruido especial... como un fragor;
y un olor propio, más el añadido, por la naturaleza del material.
Tenemos en la memoria el olor a encina,
el olor a sarmiento de las gavillas secas,
el olor a pino, de las piñas y la resina,
El olor delicioso a romero o a lavanda o a laurel.
El humo de la madera húmeda y los crujidos de lo seco.
Este suena en un quejido cuando...
se rompen, por dentro, sus naturalezas.
Todo en una "pira" es: Muerte y Resurrección.
Y al final...
rescoldos y cenizas por los suelos.
En el aire: el humo que se eleva...
y por ahí esparcido en el ambiente:
una sensación de diferentes calores:
Sofocos, calorinas, quemazón o el tibio calor
que nos deja como una ficha de dominó que fuera:
Roja "asotarrá" por delante y
blanca de frío por detrás incluidos los puntos negros
y el tetoncillo.
Los mozos que entraban en "Quintas"
(Los que irián al Servicio Militar ese año o Reemplazo)
se reunían e iban en Zafrilla pidiendo leña para la hoguera:
Voceaban a coro:"Leña pa´ San Antón...y si no, Cachiporron"
Y así recorrían el pueblo recogiendo tarugos
para su hoguera en el centro del pueblo.
Recuerdos que ya no existen en la realidad pero que viven dentro
y afloran en estas fechas.
Cosas cíclica.
Se llevaban a bendecir a los animales de cada casa,
y se engalanaban con bellos arreos y salían en la Procesión.
No conocía un pueblo que no tuviera
una imagen de San Anton con un cerdito a los piés.
Allí en Zafrilla había más número de animales:
caballos, mulas, borriquillos, ovejas, cabras, gallinas...
que habitantes.
Y este día era una gran Fiesta.
Y por eso lo cuento,
para que no muera en el olvido que es el peor fuego;
porque es frio y no deja ni cenizas de cualquier cosa que toque.
© GatoFénix
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