Hoy...el calor por todos los flancos
en este verano "original", han pasado por mi o a través de mi
todo el calor que me bañaba en sudor y se quedaba pegajosa la ropa
incluso a la sombra, donde, a veces,
una ligera brisa me gratificaba y me hacía volver a mi interior
porque ahí es donde reside el fundamento y el alma de mi escritura.
Al caminar por la calle, siento que voy como ajeno
a un entorno que me parece teatral,
como un decorado que recuerdo haber visto en muchos sitios,
hace muchos años, y que eran, ya entonces, como evocaciones
de unas ilustraciones de una historia que hasta ese momento
sólo tenía texto.
Impresa en el libro de mi vida y desde ese momento
completaba diferentes espacios con su color e imagen.
He visto el entorno del Oso de Berna o los paisajes alrededor del lago Thun;
o cosas mas extrañas:
galopando por la estepa siberiana y de Mongolia,
como en otra línea de tiempo, o en un sueño de algo
que no soy consciente haber vivido.
A estas horas del día, en el anochecer y a punto de que salga la Luna a pasear...
y que, si su luz lo permite, podremos ver y acercarnos a estrellas
a los luceros. Los llamamos así: luceros...
que nos hacen un efecto llamada, tal;
que parece que nuestros pies elevan sus talones como si fuéramos a despegar...
Y en momentos...en pequeños espacios de tiempo, como en respiraciones,
sabemos que estamos y no estamos: rodeados de la nada
y el escaso ruido del entorno cuando todos se han recogido en sus casas
frente al televisor... para que los vivan otros y
se mantengan en esa desazón que el alma siente
cuando es ignorada y hasta "burlada" como si eso fuera lo más natural del mundo.
Tomarla por "tonta".
Claro; en este mundo.
El de ahora mismo.